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Cuando sonreíste, sentí ese algo en mi pecho. Como cuando abres las cortinas de tu habitación y la luz del sol choca con la piel de tu cara, cálido pero no asfixiante. Intenso fue el calor en mi pecho cuando yo hice que sonrieras por primera vez.

Y desde ahí supe, Kim TaeHyung, que era un esclavo de esas sonrisas.

Yo vivía por ellas. Vivía por ti, nada más. Vivía por masajear los músculos de tu espalda cuando llegabas agotado de trabajar. Y aunque yo también lo estaba, solo quería hacerte sentir mejor a ti.

Vivía por tus caricias. Por la forma en la que me besabas, lento y con tanto amor. O cuando me devorabas sobre nuestra cama, tan demandante y caliente. Vivía por sentirte así cada vez que hacíamos el amor.

Vivía por tus miradas. Las de complicidad cuando estábamos frente a muchas otras personas pero solo nos veíamos nosotros. O las de ternura, cuando Yeontan te despertaba y me atrapabas viéndote como un loco enamorado desde el otro lado de la cama.

Vivía por tu risa, cuando lo hacías pensando que no te veía. Cuando jugabas con nuestro hijo de cuatro patas y se podía escuchar tu melodiosa voz por todo el apartamento. Miles de veces hice cosas tan tontas sólo para escucharte reír, Kim TaeHyung.

Porque como todo lo que viene de ti, tu risa iluminaba mis días más oscuros. No había problema tan grande ni obstáculo tan fuerte que yo no pudiera superar si tenía el privilegio de oír tu risa. Un sedante. Me transportabas a mi zona de paz y tranquilidad, lejos de todo lo malo.

Pero yo no sabía, no tenía idea de que era lo malo, Kim TaeHyung.

Yo creía que lo malo venía en un paquete feo. Que traía advertencias y un montón de signos de precaución. Que solo los tontos podrían acercarse a algo que pudiera dañarlos. Pero lo que es malo en realidad, la maldad pura, viene en la mejor de las presentaciones. En la más atractiva y la que más atrapa tu atención.

Yo no sabía, Kim TaeHyung, que tú traías la maldad a tu espalda.

Que detrás de esa inocente sonrisa, escondías negras alas rotas. Las alas de un mal que yo nunca había imaginado. Uno que te devora desde adentro, que te asfixia lentamente para que no lo notes hasta que ya es tarde. Hasta que ni tus manos ni tus pies pueden ayudarte a escapar.

Pero lo más terrible, es que no quieres escapar. Duele, pero es un dolor tan dulce, una presión tan cálida que no quieres dejar de sentirla. La atraes más a ti mismo como un tonto niño y al final te ahoga.

Yo no sabía que el dolor podía ser adictivo, Kim TaeHyung. ¿Tú lo sabías?

No dejaste que fuera a ver a mi madre aquella noche, ¡y como me arrepiento! Mi prima llamó para avisarme que ya no respiraba y me sostuviste tan fuerte mientras me deshacía en lágrimas. Yo creí que estaba seguro allí entre tus brazos.

YuGyeom estaba muy decepcionado cuando no llegamos a su casamiento pero otra vez me tenías entre tú cálido abrazo y yo simplemente no podía, no quería, salir de ahí. Yo era tan tonto y no tenía idea.

No entendía muchas cosas pero lo peor de todo, es que era un ignorante. Porque una cosa es no saber algo, y otra muy distinta es no querer saberlo. No hay peor ciego que el que no quiere ver.

Y yo fui el peor ciego de todos, Kim TaeHyung.

Yo no quise darme cuenta de las cosas aunque estuvieran justo frente a mi nariz. No quería escuchar a la gente que sí lo notaba y me lo decía. Yo no creía en ninguna de sus palabras, ellos solo nos envidiaban. Porque nosotros éramos la pareja perfecta.

Ahora lo sé, pero ya ha pasado mucho tiempo y no tengo nada que salvar. Tienes todo lo mío, mi cuerpo, corazón y alma. No me queda nada que tenga que proteger. Porque tenía que protegerme de ti y yo no sabía, asi que buscaba cobijo a tu lado cuando debí alejarme.

Yo no sabía, Kim TaeHyung, que el control tambien es adictivo.

El control sobre las situaciones, los objetos, las personas y sus cuerpos. Tú tenías todo de mí, y entonces podías controlarme a tu antojo. Yo era solo una muñeca de tu obra a la que se le subió el papel de protagonismo a la cabeza. Estaba tan ciego, quería estar ciego.

No vi como controlabas mi ropa, mis salidas, mis amistades, lo que comía y dónde trabajaba. Tomaste el control de mis emociones también, y ahí fue donde perdí todo lo que me quedaba. Me perdí a mí mismo y ya no hay vuelta atrás. Lo tienes todo porque yo voluntariamente te lo entregué.

Y aún así, a pesar de todo, te amo tanto, Kim TaeHyung.

Mi corazón sigue acelerandose con un loco cuando te veo. Cuando me sonríes o me tocas. Cuando me besas suave y bonito. Cuando me dices todas esas dulzuras al oído y yo me derrito como un pedazo de hielo frente al sol abrazador de verano.

No importa lo que diga la gente, mi familia, nuestros amigos, quienes nos conocen. Porque no se puede ayudar a quien no quiere ser ayudado. Y yo estoy tan bien a tu lado. No importa si es porque eres lo único que conozco.

Ya es tarde para mí. Debí moverme cuando pude hacerlo, y ahora estoy estancado aquí contigo. Porque tomaste mi mano y no la dejaste ir, incluso cuando me estás lastimando. Soy preso del control que tienes sobre mi mente. Tanto así que aunque me doy cuenta de todo lo que haces, no puedo contradecirte.

Te amo tanto, Kim TaeHyung. Espero que también me ames tú a mí. Tanto como amas el control.

ℂontrol ۵ taekook (español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora