Sangre

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Sangre es un ángel del infierno. Sangre es un demonio que mira el mundo de los humanos desde el infierno. Lo único que desea de los humanos es su alma, los cuales solo consigue intercambiando falsas felicidades momentáneas con hombres desesperados.

Sangre observa a hombres ambiciosos que desean el poder, obediencia, mujeres hermosas cada noche entre sus sabanas; observa a hombres deshonestos, envidiosos, vengativos; observa a hombres que sufren, que lloran la muerte de un hijo, que lamentan padecer enfermedades. Sangre observa y espera, porque sabe que algún humano implorará por sus caprichos sin oportunidad de arrepentirse, porque cuando Sangre concede no hay regreso para ningún alma.

Sangre observa.

—Todos hablan.

Sangre lo sabe, todos hablan.

—Todos hablan que no eres el único obsesionado con los humanos—le dicen a Sangre.

Sangre solía observar a Fuego, su hermano menor, cuando este se escapaba a la playa para mirar el mundo de los humano. Sangre sabe que está mal sentir obsesión por lo humano porque ellos son débiles. Lo único delicioso que poseen los humanos son sus almas. Sangre sabe que su hermano menor puede ser repudiado por todos en la oscuridad hasta hacerlo desaparecer.

Fuego es el hijo más joven, pero también es el más fuerte a pesar de su aspecto de niño humano de diez años. Sus hermanos saben que no pueden ganarle a Fuego a pesar de su frágil figura y su pequeña estatura. Fuego es despiadado, por eso no le dirigen la palabra por temor a caer en la mira de Fuego solo por diversión.

—Los humanos se pueden enamorar—le decía Fuego.

—Eres extraño hermano—le reprochaba Sangre, porque no podía entender la obsesión de Fuego por los humanos.

Sangre miraba la figura de Fuego con atención, miraba sus alas negras que se desplegaban intimidantes, sus ojos rojos perdidos en el océano, sus labios rojizos, su piel descubierta, su carne deliciosa. Sangre quiere poseer a Fuego, por eso es inclina ante él como un perro para que le deje acercase.

—Serás repudiado—dice Sangre acercándose a fuego—. Nuestro padre te va arrancar las alas si lo traicionas.

Fuego sonríe, aunque es más una mueca desafiante.

—Lo estoy esperando desde hace mucho, pero no se atreve a venir por mí.

Sangre lo observa, pero no le teme, porque Fuego no lo destruiría nunca, aunque... no está seguro de aquello. Sangre confía en la cercanía que Fuego le fue concediendo poco a poco.

Sangre agarra las manos de fuego y las besa tiernamente. Se detiene por un momento, pero continua sus intenciones besando la frente de fuego, se desvía por el frágil cuello de su hermano menor y lo muerte violentamente.

—Basta­—ordena Fuego con tranquilidad.

—Los humanos también pueden sentir placer como nosotros a pesar de ser inferiores. ¿Acaso no deseas saber lo que sienten los humanos cuando se enredan como serpientes? ¿Amas a los humanos, verdad? Déjame enseñarte, déjame hacerte sentir muy bien.

Sangre sabe que se sobrepasó, pero no se arrepiente. La piel que más desea es la de Fuego, por eso no dejará que se le escape. Los deseos que siente por la carne de su hermano menor hacen que se incline ante él como un perro malcriado, pero Sangre es fuerte, despiadado, no teme nada ni se arrepiente de nada. Las afiladas varillas de plata que Fuego desprende de sus brazos atravesaron muchas veces a Sangre, le desgarraron el vientre profundamente.

—Fuego —pronuncia sangre mientras se agarra el vientre desgarrado—, regresa conmigo.

—Estoy enamorado —dice Fuego.

Enma y Sangre , el ángel de la oscuridad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora