12. La muerte del alma

25 5 3
                                    


«También se preguntaba cómo alguien podía sufrir tanto sin morir. Porque, se supone que cuando uno está cerca de la muerte, sufre indecibles dolores, dolores que nunca llegan a ser conocidos porque son borrados por la muerte antes de poder ser descritos. Pero la muerte que lo acechaba no era la muerte como se la conocía. Se trataba de una muerte alterna, que no buscaba acabar con su cuerpo, sino con su alma, y que no arrancaba su existencia de la Tierra, solo la hacía padecer insoportables dolores hasta volverla insensible a todo aquello que debería provocar emociones que demuestren vida. Hasta que ya no se podía obtener de ella nada más que un vacío inextricable que absorbía la energía y la convertía en una oscuridad que contaminaba todo cuanto estuviera en contacto. El único retazo de una vaga vida subyacente eran sus pensamientos, que a veces corrían muy rápido, tanto que resultaban inalcanzables y a veces ininteligibles. Y que otras tantas veces iban demasiado lento, tanto que se hacían entender a medias y nunca concretaban una idea completa. Pero todos los pensamientos estaban confabulados con esa muerte alterna, la caprichosa muerte del alma, que nunca se consumaba, sino que esperaba a un costado mientras aquel alma desdichada a la que había decidido cazar agonizaba sin descanso. Entonces sus pensamientos se transformaban en ataques que destruían todo retazo de vida que deseaba aflorar, solo manteniendo la necesaria para seguir haciendo su trabajo.

Era la peor de las guerras y el peor de los padecimientos. Porque la muerte del alma no era una muerte completa jamás, pero se sentía como una.»

Nico di Angelo, Nostrum.

Versos, frases, intentos de poemas y pensamientos varios de Allis Donde viven las historias. Descúbrelo ahora