Capítulo 1

4.2K 440 13
                                    

1883

Larissa Kuznetsov salió a tomar aire, necesitaba caminar y despejarse. Su hermana la ahogaba con sus dudas y preguntas, con sus propios enojos.  Sin duda alguna no era una buena época para unas mujeres inteligentes y valientes, se dijo. Su hermana tuvo que abandonar su puesto como directora del navío sólo por ser mujer. Malditos hombres, se dijo enojada. Se negaban a hablar de negocios o cerrar un trato sólo por ser mujer, definitivamente desde que comenzaron a enterarse comenzó el calvario. Ahora a su hermana le tocaba seguir dirigiendo la empresa en la más absoluta oscuridad, teniendo que poner a Sergei frente a todo sólo para poder progresar. 

El carruaje paró en Trafalgar Square y ella bajó para caminar un poco. 

— Espérame aquí. — Le dijo al chofer. 

Pérdida en sus pensamientos caminó sin rumbo fijo.

Se enojo de sólo pensar que Sergei tenga que hacerse cargo de cosas que él no quería hacer, todo este asunto los había pillado de sorpresa, y encima los había hecho cambiar de planes y los hacía perder tiempo, ahora Sergei tenía el doble de trabajo, poner el rostro para hacer negocios con las indicaciones de su hermana y luego continuar con su trabajo. Evidentemente en la casa había un ambiente de frustración, enojo, descontento y silencio mortal, sólo interrumpido por miradas enojadas y reprobadoras. 

 Caminó y caminó hasta que al darse cuenta de que se había alejado mucho, comenzó a volver. Al caminar unos metros sintió que alguien se paró al lado suyo, demasiado cerca a su gusto, asique se alejó un poco, pero esa persona la tomó del brazo acercándola a su cuerpo, pero ella no se pudo dar vuelta para verlo, pues la estaba arrastrando. Trató de soltarse y cuando iba a gritar algo demasiado duro se apoyó en su espalda. 

— Llegas a gritar y te mueres aquí. —Lara sintió un escalofrío de terror y se mordió el labio para que de este no escape ningún sonido. 

El hombre la hizo doblar por una calle lateral, luego por otra más y luego la hizo entrar a un carruaje. Claramente podría ser uno de esos carruajes de diligencia o uno particular; pero no tenía manera de identificar. 

   Definitivamente era un carruaje de uso más que diario, se dijo al ver los asientos desgastados y la madera del piso descolorido. El hombre le tendió una tela sin hablar, ella clavó sus verdes ojos en el hombre sin entender. Este perdió la paciencia que al parecer tenía y se sentó a su lado, le dio un ligero empujón y cuando ella le dio la espalda ligeramente le puso una venda en los ojos. 

  En el momento justo en que la venda cubrió sus ojos se perdió, al ver por las descoloridas ventanas podía ver más o menos a donde se dirigían; pero luego dobló varias veces, no podía decir con exactitud cuántas. El nerviosismo se había hecho presente, haciéndola respirar agitada, hasta que el hombre le dio un empujón para que dejara de respirar así. 

Luego de, a su parecer, un larguísimo viaje finalmente bajaron del carruaje. Pero estaba segura que ya era de noche, la tela no traspasaba luz.

  Al bajar del carruaje la arrastraron hasta que la empujaron y luego cerraron la puerta con llave. Se quedó parada durante varios minutos y luego al no sentir nada más se quitó la venda. Hizo una cara de asco al ver el lugar, era una habitación oscura con sólo una lámpara, una ventana tapiada,una cama destartalada,una mesa pequeña y sucia y una silla sin una pata. 

   Se dio vuelta y golpeó la puerta varias veces, luego entró el hombre y al abrir la puerta la empujó sentándola en la cama. El cachetazo le llegó sin previo aviso dejándola sorprendida y con los ojos abiertos. 

— Deja de tocar la maldita puerta. 

— Dime que hago aquí. — Exigió.

— Serás nuestra invitada por unos días. 

Amor Anónimo (Saga Kuznetsov 2) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora