Tierras Marinas

Tierras Marinas - Corrientes de Caos

Peter no sabía que hacer, trató de hablar con Arthur pero este simplemente lo despedía despectivamente por lo que no era una opción buscarlo.

Sus padres tampoco lo eran, estaban buscando al tío Den que desapareció hace algunos días, sin dejar una carta, ni hacer una llamada, quien había desaparecido sin dejar rastro alguno junto a varios más.

El mundo estaba en caos

Pero el sabía por que, aunque fuera más joven que las demás naciones, el se había topado con ella.

Al principio no le preocupo, era amable y tranquila, con sonrisas alegre y manos curiosamente tibias, historias llenas de aventuras, sus viajes desde desiertos hasta mares congelados, pero después de un tiempo se volvió más errática, más violenta, más aterradora, más peligrosa, fue como mirar una tormenta en formación desde un principio.

El había visto todas las señales desde un principio

Pero no quería ser abandonado por su única compañía, aún que ella fuera peligrosa... no quería estar sólo otra vez.

Aún cuando sabía que podría morir por sus manos, la soledad era más aterradora que la muerte.

Si moría nadie lo extrañaría

Porque el había nacido a causa de la guerra, sólo había conocido a Inglaterra, sólo había tenido a Arthur, pero después llegaron más, Berwald llegó primero y con el Tino, Lukas, Emil y Matthias, luego a Wendy y las demás micronaciones.

El ya no estaba sólo

Pero ella volvía, con las historias que siempre lo emocionaron todas esas noches solitarias, sobre sus hermanos y sus primos, donde aunque algunas fueran tristes, siempre tenían esas partes cálidas de ella y sus amigos.

Donde mirar las estrellas producía felicidad, reír al compás de las olas chocar con la suave arena en las orillas del mar, sonreír con el olor a flores en las fiestas y llorar de alegría al encontrarse después de tanto tiempo.

Mucho antes de perder a su familia

Pero el no podía tomar el lugar de personas que murieron, lo único que compartían era el color de sus ojos, pero de ahí? Él no era uno de sus hermanos, aún cuando ella lo dijera, ellos no eran más que amigos.

Él no era Britania

Inglaterra era una copia perfecta de Britania, con el cabello rubio, las cejas grandes y los brillantes ojos verdes, pero en la personalidad eran más que polos opuestos, donde Arthur era quisquilloso, tsundere y más propenso a enfrentarse a los demás, Ulther era tranquilo como Gales, Escocia tenía su misma sonrisa ladina y sus habilidades para disparar flechas a cualquier tonto que los molestara, los gemelos Irlanda las risas y grandes sonrisas alegres.

Pero el conocía a Britania a pesar se haber muerto muchos años antes de su nacimiento, el hombre aún visitaba a sus hijos cuando estos dormían (o estaban ebrios).

La primera vez que lo conoció fue a finales de 1947, cuando los soldados ingleses lo dejaron sólo, Britania lo había asustado, había pensado que Arthur había crecido pero el hombre era distinto a Inglaterra, su presencia le recordaba a la agradable mujer que vivía bajo el mar, así que lo saludó nervioso para preguntarle sobre su propósito de su llegada.

Se había declarado su padre y que su su único motivo de visita era revisarlo, no tenía mucho de su nacimiento en aquel año por lo que aceptó las palabras del rubio mayor.

Britania había pescado en ese momento y cocinarle, donde el le contaba toda clase de historia, sobre el malhumorado y hábil hijo mayor que tenía, el tranquilo y paciente de su segundo hijo, los revoltosos y divertidos de sus hijos gemelos y del cariñoso niño que tuvo que dejar muy joven bajo el cuidado de sus hijos mayores.

Luego le platico sobre su nacimiento, aunque naciera siglos después, el seguía teniendo su magia en el.

Yo, el principado de Sealand, era hijo de la Antigua Britania y hermano menor de Escocia, Gales, Irlanda, Irlanda del Norte e Inglaterra aún cuando nací sólo para la guerra, aún cuando fuera un falso hijo.

Yo era un hijo de Britania, con los ojos de la mujer bajo el mar.

Solo había tenido a Britania, Inglaterra y a la mujer bajo el mar, pero ahora tenía a más personas con las que contar...

Pero aún así...

Las risas alegres de ella aún resuenan por la fortaleza.