Capítulo 2

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Hacía algo más de media hora que Pedro se había ido con una sumisa con la que ya había tenido varias sesiones. Me alegraba por él porque, al parecer, congeniaban muy bien durante las sesiones. Pero yo sentía que me estaba ahogando dentro del local. Me bebí lo que quedaba de mi copa de un solo sorbo y me levanté del sofá. Salí al gran balcón al que se abría el club, el cual tenía una vista espectacular de la ciudad. Si no me gustara el BDSM creo que, aún así, seguiría viniendo aquí solo por tener estas vistas. Me apoyé en la balaustrada y solté un pesado suspiro, mientras bajaba la cabeza, completamente derrotada. 

-¡Vaya! Eso ha sonado tremendamente hastiado-me tensé al momento al escuchar y reconocer esa grave e inconfundible voz. 

-Buenas noches, Dom Wolf-respondí sin volverme hacia él. No quería mirarle su estúpida y atractiva cara. 

-Buenas noches, Reina Roja-contestó, acercándose a mí hasta colocarse a mi lado en el balcón, mirando también hacia la ciudad. Me negué a girarme hacia él. No lo miré ni siquiera por el rabillo del ojo. No le iba a dar esa satisfacción-. ¿Puedo preguntar por qué ese suspiro tan sentido?

-Puedes preguntar lo que quieras-al pasar unos segundos en silencio, escuché como él se rió. 

-Pero no me vas a responder, ¿verdad?

-Nop.

-Ya veo-pasaron unos minutos en los que el silencio fue el que se impuso. Me estaba sintiendo un poco incómoda con la situación, pero me negaba en redondo a ponerle remedio. Tendría que ser él el que lo hiciera-. Te debo de caer terriblemente mal-esa frase me dejó impactada y me giré hacia él con el rostro lleno por la sorpresa. 

-No puede caerme mal alguien a quien no conozco. 

-¿Entonces por qué siempre estás a la defensiva cuando estoy cerca?

-No es a la defensiva. Es... tensión-dije después de pensar cuidadosamente en una palabra que pudiera definirlo. 

-¿Tensión?-se apoyó sobre un codo, girándose completamente hacia mí. Yo no pude retardarlo más y lo miré. Mierda, esos ojos oscuros. 

-Sí. Somos rivales en el Slave's Soul, al fin y al cabo. 

-Yo no te considero una rival. De hecho, me gustaría que nos conociéramos más y que llegáramos a ser más cercanos. 

-Pues lo siento, pero no creo que eso llegue a darse entre nosotros. 

-¿No?-me miró fijamente a los ojos. Yo negué con la cabeza mientras le sostenía la mirada-. Vaya, es una pena. No creía que tuviera que usarlo, pero supongo que no tengo más remedio. 

-¿A qué te refieres?-cuestioné mientras fruncía el ceño, sin entender a qué se podía referir. 

-Antes he escuchado una conversación muy interesante-me quedé paralizada. No podía ser, ¿verdad? ¿VERDAD?

-¿Ah, sí?-dije con la voz un poco tomada por el nerviosismo que se apoderó de mí. 

-Sí. Entre la Reina Roja y Master Peter-mierda, mierda, MIERDA-. Nunca habría esperado que alguien como tú quisiera ser sometida. 

-¡No es así!-grité, completamente a la defensiva. Me quedé quieta, cerrando los ojos para controlar el pequeño estallido que acababa de tener. Me giré hacia la entrada al balcón, donde se podía ver como algunas personas se habían asomado, alertados por mi subida de tono. Volví a mirar hacia la ciudad y bajé la voz, para que nadie nos pudiera escuchar-. Solo es algo que se me ha pasado un par de veces por la cabeza. Pero no creo que lo lleve a cabo. 

-¿Por?

-Eso no es de tu incumbencia. 

-Ya... Pues es una pena. 

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