One- Shot

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TILL THE DAY I DIE

Solo con ver desde lo alto de un edificio a varias calles de distancia, sabía que lo que pasaba era una tragedia para más de una persona. Las lentes blancas atestiguaban los bloques de concreto cayendo uno detrás del otro, como si alguien hubiese soplado un elaborado castillo de naipes, alzando una oscura polvareda que generaba tos en los afectados civiles.

El hombre de vestimenta azul y roja reconocía la edificación dañada, así como la femenina figura grácil que parecía estar tiesa en un punto fijo mientras un tumulto de gente corría a su lado con intenciones de escaparse lo más lejos posible. Él la conocía, pues de hecho ella lo ayudó tiempo atrás a evitar que sucumbiera ante los deseos de sus enemigos, y por ello le estaría eternamente agradecido y predispuesto a hacer lo que fuera para mantenerla alegre.

Pero al parecer, la vida no funciona de la forma que uno lo anhela, ya que actualmente veía cómo la fémina pasaba por el mismo terror que enfrentó en su juventud. Y por ello mismo, el hombre sabía lo que seguía a continuación.

-Maldita sea...por qué se tiene que repetir la historia de nuevo? – gruñó oscuramente el vigilante a plena luz del día, divisando cómo los escombros se mecían lentamente desde la lejanía.

Una robusta silueta carmesí sacó su humeando brazo izquierdo de entre los enormes trozos del edificio caído, rugiendo guturalmente mientras un fantástico cuarteto hacía todo lo posible en sus habilidades para alejar a los civiles, sin darse cuenta que la fémina de traje negro con una araña blanca continuaba estática.

-No te quedes quieta, Anya! Muévete! Muévete o te alcanzará! – logrando notar las intenciones de la furia radioactiva andante, el vigilante de Queens gritó para sí mismo.

A contrarreloj, el breve trote se convirtió en una veloz esprintada que se acabó al alcanzar el borde de la edificación donde se hallaban, lanzándose en caída libre con el aire silbando en sus oídos y su reflejo proyectándose en las ventanas. Ignorando el suelo que más cerca se enfrentaba a cambio del bienestar de la joven mujer que lo ayudó, el Avenger sacó provecho de la gravedad para generar más fuerza y velocidad una vez que desde el lanza redes derecho disparó una línea que conectó a un mástil diagonal que sobresalía de una torre aledaña.

La parábola cóncava dibujada por el frenético balanceo podría de haber sido visible desde lejos si alguien hubiera prestado la suficiente atención. Solo un pensamiento abrumaba la mente de la amenaza arácnida mientras los segundos parecían haberse vuelto más lentos para ayudarlo a recorrer la mayor cantidad de metros y alcanzar su objetivo.

Ver cómo Red Hulk estiraba su mano para tomar el menudo cuerpo de Anya Corazon hizo que el corazón de Spiderman palpitara histéricamente, al punto en que dejó de oír el céfiro sibilante y en su lugar solo estaba el constante bombeo de sangre que se agolpaba aún en su cabeza por la caída que ejecutó con anterioridad.

-No lo harás, Ross...No la tocarás- entre dientes farfulló el arácnido héroe, acercándose vertiginosamente a su objetivo y orando internamente para que sus piernas resistan el choque.

Impotencia era lo que veía en la joven mujer, con sus ojos chocolate que se escondía bajo la máscara de enormes lentes blancas. Un sentimiento de miedo reptó por la espalda del arácnido al verla alzar los brazos y formas puños con sus manos, como si quisiera hacerle frente a la enorme furia carmesí que acababa de quitarle algo preciado.

-Quema...Corazon...Cuervos...- balbuceó incomprensiblemente Red Hulk, como si estuviera en agonía, izando sus brazos con intenciones de aplastar a la joven.

-Te mataré! Me lo quitaste! – repleta de angustia e ira, la latina exclamó desde lo más profundo de su ser.

Maldiciones vociferaban en la mente del hombre con poderes arácnidos que estaba a tan solo unos metros de distancia, llevando consigo una enorme carga cinética capaz de derribar un muro con tranquilidad, todo para mantener la supervivencia de la joven. Los nudillos de ambas manos estaban pálidos bajo los guantes, indicando la presión que ejercía sobre la telaraña, así como la tensión de los músculos en las extremidades inferiores.

Till the day I dieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora