1

37 4 0
                                    

.Recuerdos.

El frio del viento azota mi cabello largo que cae y llega hasta mis codos. Miro la puerta la cual estoy indecisa si la debo cruzar, un escalofrío recorre mi espalda.

—Vamos, solo es tu familia que posiblemente no te quiera —intentando hacerme caso doy dos simples pasos—. Tu puedes, tu puedes.

Respiro hondo y abro la pequeña reja que da a la casa principal. Pequeños fragmentos de uno que otro recuerdo pasan por mi mente ¿Esto es lo que quieres? Si, tengo que olvidarme de todo, pero no será fácil. Debo admitirlo, ver a las personas que dicen ser tu familia después de tantos años no es nada fácil. El miedo está en cada parte de mi cuerpo haciéndome temblar un poco.
Abro la puerta y lo primero que veo es la casa donde crecí tal y como siempre, con ese estilo viejo que tanto le gustaba a mamá.

—¿Hola? —mi voz hace eco en las tristes paredes. Unos paso apresurados se empiezan a escuchar.

—¿Madelyn? ¿Eres tú? —la voz emocionada de la rubia se escucha mientras baja de las escaleras— ¡Hermana! ¡Ha pasado tiempo, eres toda una señorita!

Intento hacer una sonrisa, pero me imagino que salió como una mueca —Si, ha pasado tiempo —Me agarra desprevenida y me abraza con fuerza, me tenso—. Déjame respirar Shirley.

—¿Cómo es que sabes quien soy? —me mira asombrada.

—Stephanie no es tan efusiva —ella asiente.

—¡Luck! ¡ven rápido! —mis músculos me hacen una jugada impidiendome que me mueva. Otros pasos apresurados empiezan a hacer eco.

—¿Shirley? ¿qué sucede? —el castaño pregunta preocupado. Al bajar me observa y una gran sonrisa sale de sus labios— ¡Madelyn! ¡que grande estas!

Sonrió, pero incómoda. —Hola Luck —preparada mentalmente, recibo el abrazo de el castaño.

—Te extrañé —no parecía que lo hicieran. Asiento.

—Liam y Stephanie fueron por tus cosas ellos —notaron que estaba incomoda— Puedes ir a tu recámara a instalarte, Luck lleva la maleta de Madelyn.

El castaño tomó mi maleta sin ningún esfuerzo. Ellos ya eran mayores de edad, Luck era alto con cabello castaño y un cuerpo fornido; su piel era de un tono claro, de echo todos teníamos ese tono de piel, sus ojos eran verdes un tono muy peculiar. Shirley por otro lado, era igual alta y delgada, su cabello era rubio y sus ojos eran azules, un azul que solo había visto en sus ojos.

Abrí la puerta de mi habitación y estaba tal y como la dejé antes de irme.

—No quisimos cambiar nada, puedes cambiar todo y ponerle tu estilo. Bienvenida Madelyn.

—Gracias.

Antes de irse me dijo que en la cocina estaba mis postre favorito, si es que aún me gustaba. Las paredes de mi habitación están pintadas de un rosa pálido con pequeños detalles dorados, sonrió de forma triste.

¡Quiero todo de rosa! —corrí por la habitación.

—¿Segura? Cuando seas mayor puede que no te guste ese color —mi mamá me miraba esperanzada de que eligiera otro color, no le gustaba el rosa.

—Lo pintaremos de otro —me encogió  en hombros despreocupada.

—Esta bien, lo que quiera mi niña —la abracé fuertemente.

—Te amo mucho mami —un sonoro beso planto en mi mejilla.

—Yo te amo mucho más, eres mi niña, mi pequeña niña.

Tu niña está aquí y ya no es pequeña, pero tú no estás para verlo. Mi mamá tenía razón, ya no me gusta ese color, pero de cierta forma siento que en esta habitación y con ese color, ella esta aquí y quiero tener esta pequeña parte conmigo, llena de recuerdos alegres.

Los muebles son grandes y están vacíos, abro mi maleta para poder sacar algo de ropa y poder darme un delicioso baño porque muero del cansancio. Saco un short de color azul celeste y una blusa blanca de tirantes para estar más cómoda.

El baño es lo único que deje decorar a mamá... tenia aún gran gusto. La tristeza me invadía cada vez que daba un paso, esta casa estaba llena de recuerdos.

—No me digas que el baño igual será de color rosa —me miraba horrorizada.
—No entiendo porque no te gusta el rosa, es un color muy bonito.

—Claro, lo que tu digas —me reí, mi mamá parecía tener la edad de mis hermanos gemelos.

—Te dejaré  decorar el baño si tu me das muchos abrazos y besos —rápidamente me cargo y empezó a llenar mi cara de eso tono de labial brillante ya que solo era un brillo labial, a mi mamá casi no le gustan las cosas que llamaran mucho la atención.

—¿Esta contenta jovencita? —asentí muy feliz.

—¡Mamá Shirley está agarrando mis tenis negros!

—¡Tu ni los usas! —mi mamá las veía cansada, ellas siempre estaban peleando.

—¡Voy para haya! ¡dejen de pelear! —mi sonrisa se desvaneció.

—¿No íbamos a decorar? —se detuvo y me vio con una sonrisa que solo mi mamá sabía hacer.

—Saben que ustedes son mis favoritos —me guiño un ojo.

Favoritos... ¿Porque me tenían que dejar? Una lágrima cae por mi mejilla y la limpió rápidamente. Madelyn has llorado por mucho tiempo, debes seguir con tu vida, tu solo contra todo, como desde hace años ha sido.

El agua fría empieza a caer por mi cuerpo desnudo, me doy momento de asimilar todo lo que ha pasado en estos meses la verdad no he tenido las cosas fáciles.

—Todo estará bien, todo estará bien —desde hace tiempo empecé a animarme yo sola para poder con todo lo que me pasaba— Es solo tu ya no tan conocida familia, debes ser paciente con ellos, no los conoces y ellos no te conocen a ti. Claro, todo esta facilísimo, no salir de la habitación y que ellos hagan como que no existo.

Me visto rápidamente, me acuesto en mi cama y trato de dormir. Mi estómago hace extraño ruidos indicándose que no he comido nada, ruedo los ojos. Me levanto con pesadez y salgo de mi habitación en  busca de comida y rápidamente me acuerdo de Luck diciendo que había postre.

Que lo disfrutes pequeña hermana.

La nota que tenía me hizo recordar aún más.

—¡Madelyn! ¡te vas a caer! —la llamada de advertencia de mi mamá me hizo dudar entre seguir trepando el grueso árbol aún así, no hice caso.

—¡Tranquila mamá! ¡no me va a pasar nada! —gritaba ya que estaba muy lejos.
Como toda niña de 6 años seguí jugando, por suerte no me caí, pero estuve a punto. Al bajar le sonrió victoriosa a mi mamá, pero esa sonrisa se borra cuando tropiezo con una rama que tire antes ahora tenía una gran lastimada en mi rodilla.

—¡Au! ¡duele! —todos corren a auxiliarme, pero el primero en llegar es Luck— Luck, duele mucho —gruesas lagrimas empezaron a salir de mis ojos.

—¿Linda? ¿estás bien? —niego— oh que gran herida, iré por el botiquín.

—Luck mira —Liam señaló mi rodilla y Luck miro rápidamente—, tiene una parte de la rama enterrada.

—Mady te va a doler, pero quitaré esto ¿esta bien? —negué continuamente, pero al parecer el no me hizo caso.

—¡Ahh! ¡Duele! —los dos castaños evalúan el pedazo de rama.

—Esta bien Mady, ya pasó —me abrazo y aún soltaba lágrimas, pero el dolor había disminuido un poco.

—Gracias —agradecí haciendo que ellos dos me sonrieran y Liam se unía al abrazo.

—Siempre estaremos para ti pequeña hermana ¿verdad Liam? —el asintió y feliz mente me acurruque con mis hermanos de 10 años, que prometieron estar para mi siempre.

Tomo una rebanada del postre y la subo a mi habitación. Siempre para mi ¿eh? No cumplieron su promesa.

Yo Contra El Mundo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora