Era una fría mañana en Londres. De esas en las que con solo asomar la cabeza fuera de las cobijas se te congelan hasta las ideas. Era de esas mañanas en las que con solo ver el clima te sientes somnoliento. Era una de esas mañanas, en las que el frío te hace sentir melancólico.
Y Ciel no se escapaba de ello. El peliazul había estado durante horas mirando hacia la ventana, casi no había dormido y desde antes del amanecer había estado pensando en una sola cosa. Aquella idea que acarreaba un sentimiento, que solo se centraba en una persona, en Sebastian.
No había sido hacía mucho tiempo que Ciel se había dado cuenta de que estaba enamorado de Sebastian, pero eran varias cosas las que le impedían que hablara de sus sentimientos con su demonio-mayordomo; la principal: era un demonio, que había hecho un contrato con él y a cambio de una venganza, el menor le daría su alma.
Ciel estaba bastante consiente de que amaba a un hombre, no era que se sentía homosexual ni nada por el estilo, era solo con él, solo era Sebastian quien le gustaba, nadie más, ni hombres ni mujeres habían llamado su atención, solo era él, solo Sebastian.
*¿Por qué me tuve que enamorar de él?*
Su melancolía cada día era más notoria y aunque Ciel no se percatara de ello, todos sus sirvientes ya se habían dado cuenta, todos, incluyendo al mismo Sebastian, que aunque conocía a su amo bastante bien, esta vez no podía descifrar el por qué de su comportamiento.
Ciel hacía ya un mes que estaba como ausente de todo, su mente siempre estaba vagando en otro lugar y muchas veces no prestaba atención a lo que Sebastian le decía, ni en sus tutorías, ni en las misiones que la reina le mandaba; y ésta vez no era diferente, Sebastian había entrado en su habitación y lo había saludado, el menor ni se había percatado de la presencia del mayordomo
- Bocchan – llamaba el mayordomo
- Bocchan – repetía Sebastian
Ante la ausencia de la mente de Ciel, Sebastian se acercó a su cama mirando fijamente al menor, pudo ver algo que lo dejó atónito, una lagrima rodaba por su mejilla, y el peliazul ni se había dado cuenta de ello. Sebastian se empezó a cuestionar el por qué, y también a preocuparse. Ciel parecía enfermo.
El mayor se acercó más a la cama del menor, y se puso sobre él.
- Ciel Phantomhive – llamó Sebastian casi gritándolo en el oído
- Ah! – Ciel se sobresaltó al ser llamo de esa manera - ah! Sebastian! – más se sorprendió al tener al demonio en esa posición.
El mayor pensó que el menor le gritaría, insultaría y golpearía por estar sobre él en su cama, pero sucedió todo lo contrario. El menor oculto su rostro en la almohada.
- Sebastian no hagas eso – Ciel dijo casi en un murmullo y un *no vez cuanto te amo?* completó su pensamiento – Buenos días...
- Bocchan?, - Sebastian estaba que no cabía en su asombro – muy bien, llamare al médico – diciendo eso se levantó de la cama.
- Al médico?, para qué? – pregunto el menor sentándose en la cama.
- Para que lo examine Bocchan, usted no se encuentra bien- Sebastian volteo a ver a su amo – incluso está con la cara sonrojada
- Ah? – Ciel se topó su rostro y era cierto, estaba caliente y al verse en el espejo tenía un rubor, pero este obviamente era por Sebastian, no por estar enfermo – no quiero ver a ningún médico... *solo quiero verte a ti Sebastian*
- Bocchan... - se acercó Sebastian – acaba usted de dejar una oración incompleta, ¿por qué?, ¿hay algo que me estés ocultando? – preguntó Sebastian con angustia
ESTÁS LEYENDO
HASTA MI FINAL
FanfictionUn Fic que escribí cuando era adolescente. SebasCiel Espero le den la oportunidad