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Jimin se debatía entre pensamientos confusos. ¿En qué momento había caído en aquella telaraña, en la que cada vez parecía más atado entre sus hilos? Odió a Namjoon por hablarle de él. Odió su curiosidad y sus ansias. Odió su debilidad. Y por encima de todo, le odiaba a él, por causarle sentimientos tan confusos.

¿Qué le diría a los suyos si se enteraban de que Min Yoongi, no sólo le había encontrado, sino que se había mostrado de formas que él no pensaba? Cuando vió sus ojos en llamas violáceas, él ya dislumbraba una cruel muerte entre sangre y vísceras. Lo último que imaginó que pasaría fue su actitud insinuante y tentadora.

¿Actuaría con una fuerza implacable? Fugaz y devastador, como un rayo en mitad de una tormenta. ¿O quizás actuaría con calma, como un veneno lento y letal? De cualquier manera, toda precaución era insuficiente con Yoongi. Él ya había demostrado sus manipulaciones antes, su verdadera cara. Podría besarte y clavarte una estaca en la espalda al mismo tiempo, y se reiría de ello.

"Tu y yo, Jimin..."

Su cuerpo sintió un escalofrío y una sensación extrañamente agradable al perderse en variadas ensoñaciones. Se imaginaba aprisionado entre sus brazos. Sus mordiscos pasarían a ser besos. Sus células gritarían su nombre y sí, Yoongi les respondería con dolorosas caricias, aunque sólo fuese por mantenerle entre sus garras.
Tomaría de él, carne y sangre, hasta saciarse. Jimin se dejaría envolver entre sus sombras.

De su mano, recorrerían el mundo. Tenían una eternidad para hacerlo. Yoongi cubriría rapidamente sus ansias de conocer, de aprender, de ser grandioso. Como lo era Namjoon, como lo era él, pero ¿a qué precio? Porque Jimin no podía evitar ver un rastro de sangre tras sus pasos. ¿Hasta dónde estaría dispuesto a llegar?

O quizás se estaba autoengañando y Jimin no sería más que su pequeño juguete del que se desharía cuando dejase de serle útil. Él sería otra más de sus víctimas.

No seas idiota, Jimin... Él no busca en ti lo mismo que tu en él.

Harás que los tuyos paguen por tus caprichos.

Jimin adoraba a Namjoon y se sentía en deuda con los otros, que le habían aceptado en el clan como si fuera su propia familia. Había sido rodeado por sus brazos protectores y él les debía lo mismo. ¿Cómo hacerles correr ese riesgo? Si algo les pasara por su culpa, no se lo perdonaría.

Maldijo a Min Yoongi. ¿Por qué tuvo que buscarle, cuando Jimin al fin parecía poner distancia? ¿Cuál era su propósito?

Pasaron unos días llenos de desesperantes pensamientos para Jimin en los que no había sabido más de él. Ninguno de los 2 se había buscado, pero era obvio que en algún momento sus caminos se cruzarían, y así es como se encontraba ahora refunfuñando para sus adentros mientras Tae le contaba algo sobre sus cacerías en duo con Jungkook. No sabía muy bien el qué, había perdido el hilo cuando a su otro lado, la causa de su martirio, el vampiro de pelo negro-violáceo, charlaba animadamente con aquel otro tan cercano, de tez morena y cuerpo espigado y fibroso que se hacía llamar Hoseok.

Yoongi actuaba aparentemente más abierto, más relajado e incluso había dejado ver al menos un par de veces su sonrisa amplia de blancos y pequeños dientes, mientras con un codo apoyado en la barra removía ya el tercer o cuarto vaso del líquido rojo suculento.

Cuando la cantidad de sangre que bebía un vampiro era relativamente grande y de sabor exquisito para su paladar, entraba en una especie de frenesí. Quizás lo más parecido a lo que causaba un estupefaciente en el organismo de los humanos: al principio, sentían su propio cuerpo casi flotar, como una ensoñación; posteriormente todo pasaba a un segundo mejor plano, en el que nada importaba realmente, en el que sólo se cegaban por esa espiral placentera y se dejaban llevar, a veces con consecuencias catastróficas.

DAMNED (Yoonmin) Three Shot Donde viven las historias. Descúbrelo ahora