Capitulo cuatro.

41 6 0
                                    

-Por esto vine aquí...- escucho como si Minerva le hubiera susurrado al oído, pero la verdad se encontraba muy desubicada.

-¡Hey! Estas bien, no lo estas, ¿verdad? Oye, tu no eras la chica que me aplaudió más temprano hoy.

-¿Qué?- pregunto, su mano aun estaba en su hombro, era lo unico que parecía hacerla quedarse aquí, todo le daba vueltas y deseaba poner ambas manos en su cabeza para hacerlo parar, pero le daba miedo apartar su mano.

-Oh, nena, te ves jodidamente caliente, pero luces algo drogada, no pareces de esas chicas- dos manos le tomaron la cara, pero el mundo no dejo de girar, ni siquiera cuando la cabeza de la voz de ese chico se acerco peligrosamente a ella-. Bueno, pues no tienes las pupilas dilatas, asi que vamos.

-¡Pero, Michael!- grito la chica rubia, ohh, su cabeza, trato de para el dolor apretando los dientes, pero simplemente no funciono.

El chico que ahora poseía un nombre, le dijo algo a ricitos de oro y volvio con ella. Puso su mano en su codo y la guió hacia algun lugar. Cuando se dio cuenta su mano ya no estaba en su hombro, ahora se encontraban en sus costados, abranzandose a ella misma.

La musica seguía más y las luces estrooscopicas de diferentes colores combinados con rayos de luces neones no ayudaban nada a que su situación mejorara. Y mucho menos ayudaba que de un momento a otro toda la gente brincara al mismo tiempo gritando una misma palabra. Oh Eros, su cabeza se iba a caer, era un maldito hecho.

-Oh...- murmuro temblando.

El chico debío sentirlo, o al menos ver su cara de dolor, pero de cualquier forma vio a tres de ellos mover sus labios diciendo algo que realmente no había escuchado gracias a tres mil personas que brincaron y gritaron una misma palabra al mismo tiempo.

Pronto, llegaron a una escalera, en la cual, los ahora cinco chicos la ayudaron a subir. ¿Cómo podían girar, como si flotaran? No pudo pensar en una respuesta por que una rafaga de aire frío le golpeo la cara. Giro y se dio cuenta de que estaban en una calle. A lado había la espalda de un tipo grande y gordo y una fila grande, grande, grande, interminable de gente que esperaba entrar. Miro hacia arriba y habia un cielo negro, negro, negro lleno de estrellas que brincaban. Que valientes eran, no tenían miedo de caerse a la Tierra.

-¡Oye! ¡Traes puesta mi nueva playera favorita!- grito el chico.

Joder, si asi se sentía un solo flechazo, renunciaria ahora mismo de su trabajo.

N/A Yey, otro capitulo. Un capitulo lindo, lindo, lindo. Bueno no, yo no estoy en drogas como cierta personitas.

Target heart | Michael Clifford | The Cupid Officies Series num.3 | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora