II

8 0 0
                                    

No podía oír nada más allá de un molesto pitido en mis oídos, solo sabía que mi cabeza dolía como el demonio y me sentía bastante ligero, como si estuviera flotando o me hubieran sacado de mi prisión metafísica llamada cuerpo. El irritante ruidito finalmente cesó y todo quedó en silencio en mi cabeza y por lo que parecía, a mi alrededor. Removí con incomodidad y dolor mis ojos abriendo estos de a poco dejando que una opaca luz gris atravesará mi retina y un paisaje un tanto lúgubre y desolado se apoderara de mi campo de visión.

Con cautela me senté en el escarpado suelo de roca, volteando mi cabeza a todos lados observando el panorama, buscando algún posible punto de referencia por el cual guiarme, pero al parecer me encontraba en un lugar tan remoto que incluso dudé de que siguiera en el planeta tierra.

-¿Pero donde...

-¿Estas?- termino por mi una voz desconocida.

Gire rápidamente mi vista a dónde provenía la voz y me encontré con una persona (hombre al parecer) vestida completamente de negro cual funeral y con una capucha cubriendo su rostro.

-¿Quien eres?- le pregunté con el ceño fruncido. Sinceramente aquel tipo no me inspiraba mucha confianza, y mucho menos estando en este lugar de quién sabe que parte del mundo y, por lo que veo, completamente solos.

A pasos calmados se acercó a mí, quizá para no asustarme, y me ofreció su mano con amabilidad ayudándome a levantarme. Tarde unos segundos en reacción pero la acepte resignado.

-Me conocen por infinidad de nombres; pero tú me puedes llamar Yoongi- me enseñó una linda sonrisa sin mostrar sus dientes, cosa que me tranquilizó y a mi parece fue una acción muy amistosa.

Bajé mi mirada y me di cuenta de que él seguía sosteniendo mi mano, Dios su mano era tan blanca y grande que hacía lucir a la mia tan bronceada y pequeña, además de que estaba congelada, me preguntó si tiene frío, de ser así me gustaría darle un abrazo. Sentí como afianzó el agarre en esta un poco más y mi estupido corazón comenzó a latir como si estuviera corriendo una carrera.

-M-mucho gusto, mi nombre es...- de nuevo interrumpido.

-Park Jimin- dijo como si supiera todo de mi al pie de la letra.

-¿Cómo es que sabes tanto de mi?- pregunté entrecerrando los ojos y apartando mi mano de la suya mostrándome receloso.

-Mi eterna condena es saber hasta el detalle más mínimo de cada persona sobre la faz de la tierra- hablo con voz sombría.

Abrí los ojos sorprendido, inconcientemente comencé a jugar con mis dedos como siempre hacia cuando me ponía nervioso. Bien, haciendo un pequeño recuento: me encontraba en algún remoto lugar del que no tenía ni idea y un loco que al parecer lo sabe todo estaba parado enfrente mío. Esta sería una buena historia ficticia para el periódico local, si tan solo siguiera trabajando ahí...

-Bien...- miré a mi alrededor buscando con la mirada a alguien más presente en el sitio. Si el estaba aquí, por lógica debían haber más personas aquí, pero al parecer la lógica no aplica en este lugar porque no estábamos más que nosotros dos.

-¿Me puede decir por favor dónde estamos?- pedí amablemente esperando que me ayudara con mis dudas.

-Este es el limbo- afirmó serenamente.

Mi última neurona razonable se fue al carajo después de escuchar tal cosa. Limbo...¿Limbo?...¿¡Limbo!?. ¿¡Pero que mierda hago aquí!?.
Me estaba alterando en demasía y todo en mi cabeza temblaba y se desmoronaba, era una completa locura. Miles de lagunas se esparcían por mi mente como charcos cuando llueve y todas estaban unidas por infinidad de ríos que se dividían en ríos, y estos ríos se subdividían en más ríos y así sucesivamente. Sentía mi cabeza partida en dos, y mi otra mitad estaba en otro lugar muchísimo más alejado del que me encontraba. Esa parte de mi estaba tirada, abandonada, magullada, herida y dopada por la poderosa anestesia del inconsciente dolor, y mientras tanto yo estaba aquí sin idea de que pasaba y con la conciencia de un niño que acaba de nacer.
Una fugaz idea paso por mi mente como un meteorito y comencé a hablar con la mente aún nublada.

-¿Acaso estoy...muerto?- pregunté con voz titubeante y temerosa, horrorizado de que me pudiera responder el pálido hombre de negro.

-No existe otra forma de estar aquí además de esa- contestó como si nada, encogiéndose de hombros con desinterés. Parecía que hubiera tenido que responder muchas veces esa pregunta.

Lleve mis manos hasta mi rostro desesperado y buscando consuelo en mi mismo, porque que nadie más que yo me lo podría dar. Susurre cosas ininteligibles para mí mientras pasaba mis manos por mi cara con palpable rabia y temor, en un inútil intento de poder despertar de aquel horroroso sueño tan vívido.

Una suave mano se posó sobre mi cabello y acarició este de forma muy relajante, cosa que calmo mis inquietos pensamientos y estrepitosas emociones. Elevé mis ojos para terminarlos conectando con las profundas cuevas negras del chico que se hacía llamar Yoongi. Sus ojos parecían haber perdido todo rastro de vida, eran vacíos y opacos, pero aún así conservaban un pequeño lucero que los hacia brillar y verse hermosos; el hombre en si era hermoso.

-No tienes porque abrumarte, es normal que te asustes ante el hecho de que ya no vives, pero es inútil llorar sobre la leche derramada. Mira esto como una nueva oportunidad para comenzar de cero- su aterciopelada y pasiva voz acarició mis oídos con cada palabra y adormeció mi mente dejándola en un cómodo estado de trance. Su blanco rostro no reflejaba expresión alguna, aún así percibí un atisbo de compasión hacia mi aturdida persona y eso me conmovió.

-De acuerdo, yo...lo siento mucho. Esto es algo aterrador para mí, solo deseo que usted me comprenda- admití con vergüenza de mostrarme tan débil y asustadizo ante el imponente hombre. Le observé con miedo de ser rechazado y abandonado a mi suerte al verme tan inútil y enclenque, pero toda bruma de temor fue dispersa cuando nuevamente me sonrió de forma cariñosa, mostrándome esta vez sus perlados dientes y sus encías rosaditas. Aquello me pareció demasiado tierno.

-Te comprendo, yo empecé igual que tú; un pobre chico atemorizado y expectante a que sería de el por el resto de su eternidad- termino su corto relato con expresión melancólica y un matiz de nostalgia ahogo sus casi invisibles pupilas en un mar de húmeda tristeza. Alzó su mirada y me observó nuevamente -Supongo que nos haremos compañía el uno al otro de ahora en adelante-

Su cambio de personalidad tan abrupto me dejó perplejo, me costó comprenderlo ya que su tren del pensamiento maquinaba un poco más rápido que el mío, pero aún así correspondí a su petición. Le sonreí de igual forma haciendo desaparecer mis ojos y convirtiéndolos en dos rendijas de alegría.

Ya no estaré tan solo.









Hola, esta es mi primera historia así que espero que les guste mucho. Mi intención es comenzar a escribir fanfics cortos y one-shots sobre Yoonmin y este es el primero de todos esos, anhelo de que sea de su agrado ^^.

Between world's «Yoonmin» {Three-shot}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora