Una vez mi hermana me vio llorar porque las cosas no salieron como yo quería, me abrazó, me dió un beso en la frente y me dijo que era parte de la vida, pero que también era parte del plan perfecto que Dios tiene para nosotros, sobre todo para mí.
Juro que la calidez de sus abrazos hicieron magia, y sus palabras fueron como anestesia.
Luego me di cuenta de que mientras la tenga a ella, nada me va a faltar.- Jhenny Zelada.
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