TREDECIM

685 120 7
                                    

Jaebum abrió y cerró la boca, su padre sí que sabía dar donde duele.

- ¡Eres un...!

- ¡Cierra esa maldita boca antes de que te la cosa! - Amenazó el alfa poniendo las manos en las caderas, tratando de mantener sus garras en algún lugar que no fuera la garganta de su hijo - Tu maldito mal genio va a acabar con la paz de esta manada - el Alfa estaba empezando a sentir como un dolor de cabeza se comenzaba a formar justo detrás de sus ojos - contrólate o has algo, pero deja de desquitarte con todos los que te rodean.

Decir que el lobo más joven estaba furioso era decir poco, toda esa situación era como dormir sobre nitroglicerina sobrecalentada. El Alfa debía de estar pateando el culo del centinela agrede mujeres en vez de estarle riñendo por haber puesto al tipo en su lugar.

-Si estoy de buen o mal humor no tiene nada que ver con lo que ese idiota le estaba haciendo a su pareja...

Los humos del alfa bajaron lentamente, en eso su hijo tenía razón.

-Te doy algo de crédito por patear a ese culo engreído - aceptó a regañadientes -, pero date cuenta de algo, si yo no hubiera llegado a tiempo lo habrías matado.

Ahora fue el turno de Jaebum de poner las barbas en remojo. Sentándose pesadamente sobre la cama, puso los codos sobre sus muslos y sostuvo la cabeza entre sus manos.

-El lobo me está volviendo loco - se quejó, odiándose a sí mismo por tener que admitir que su padre tenía razón.

En momentos como ese era cuando Junho más extrañaba a su pareja. Usualmente era partidario de partir, golpear, o tirar contra una pared a sus problemas o a quién se los causaba; pero ante el asunto de su hijo y el gato melindroso no sabía qué hacer.

Pasándose las manos por los mechones de cabello negro los apartó de su rostro. Estaba frustrado y odiaba la sensación de impotencia.

-Mira, hijo - se sentó Junho junto al cachorro. La vieja cama se quejó por el peso de dos hombres bastante sólidos - no creo que ese gato y tu sean una pareja destinada, ustedes son de especies animales diferentes. Ya es todo un logro que lográramos acordar la paz entre las manadas, pero de allí a aceptar a su alfa emparejado con un gato, no creo que eso ocurra. Recuerda que un felino como él está destinado a darle cachorros a un Alfa, el simple hecho de que sean de especies distintas impediría eso. No es natural que un lobo y un gato se apareen.

Era casi cómico ver a un par de hombres adultos con esa actitud de niños abandonados, ambos tan parecidos físicamente como padre e hijo podían llegar a ser.

-Lo sé padre - hablo Jaebum con la vista concentrada en un punto en el viejo piso de madera - yo sé que estará mejor con los suyos, el detalle está en convencer a mi lobo de que es lo correcto.

Junho guardó silencio, ¿qué podía decir respecto a eso?

Al final decidió cambiar de tema.

-El concilio de manadas será en una semana - habló mientras le daba una palmada bastante fuerte en la espalda a su hijo, tanta mierda sentimental lo ponía de nervios - quizás encuentres tu pareja allí.

-Ya la encontré, papá - se puso de pie recostando la espalda contra la puerta y se golpeó la cabeza en la madera, tratando de calmar a su lobo que aruñaba desesperado ante el simple recuerdo del tierno gatito - No sé qué estarían tramando los dioses cuando escondieron la mitad de mi alma en otro macho sólo para negármelo de esta manera tan cruel. Si tan solo él hubiera nacido lobo, ahora la manada entera estaría celebrando que su alfa está enlazada con un macho escogido por los mismos dioses. ¿Quizás ya estarías anunciando la llegada de nuestros cachorros?

El padre se puso de pie, y poniendo una de sus pesadas manos sobre el hombro de su hijo, agregó:

-Las cosas son como son, no hay nada que se pueda hacer... Entre dos especies tan distintas no puede haber cachorros, ese simple hecho demuestra que lo tuyo es un capricho, no designio de los dioses.

Jaebum se hizo a un lado para darle paso a su padre. El lobo en su interior luchaba por ser liberado y salir en busca del felino, necesitaba sentir otra vez a su pareja, escuchar sus ronroneos mientras lo penetraba. Había probado el dulce sabor de su sangre al morder el delgado hombro.

Esa noche el lobo aulló al cielo en una desesperada oración. El corazón del animal llamaba a su pareja sin perder la esperanza, el felino debía escucharlo, aunque sus naturalezas humanas negaran lo que era una realidad.

🌟 𝑪&𝑾 - 𝟐𝑱𝑨𝑬 |ᵍᵒᵗ⁷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora