Falsas expectativas.

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Ahí estaban ambos, de seguro impacientes y con algo de nervio al momento en que se vieron reunidos, nada que una conversación trivial no consiguiese aminorar. Lo que siguió a continuación no fue más que más que un par de horas agradables en los que el nerviosismo se esfumó por completo. Hubo risas, charlas y hasta incluso bromas. Lo que siguió a continuación fue lo que debía de suceder, a lo que ambos sabían que irían y aunque hubieron ciertas señales de por medio en las cuales ella podría haber interpretado que todo acabaría bien, seguramente él también saco sus propias conclusiones las que estaban en contra posición a las de ella.

Tal vez por ello es que acabaron de espaldas uno del otro tal y como ella pensó que sucedería.

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