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Mi hermano, un profesor de arte, alquiló un pequeño apartamento de dos habitaciones que utilizaba como estudio. No solía vivir allí pero tenía una habitación de sobra y yo necesitaba un lugar donde vivir hasta que acabará el curso.
Me instalé de inmediato y la primera noche aproveché para examinar más en profundidad el apartamento. Mi hermano solía decir que era tan barato por estar en un mal barrio y que era aconsejable que cerrase bien la puerta, aunque aquello me parecía una exageración lo hice, cerré la puerta con llave y eché la cadena. Ahora podía cenar tranquilamente y ver alguna película antes de irme a dormir.
Sobre las tres de la mañana escuché la puerta, había intentado no hacer ruido pero en un piso tan pequeño se escuchaban hasta los pasos, se paseó por su cuarto murmurando algo, seguramente sobre algún trabajo. Cuando me desperté fui a saludar pero ya se había ido. Fue al abrir la puerta para salir cuando me di cuenta, me quedé paralizado, nunca regresé.

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