Día 11

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Que triste es saber que la gente se enamora más de cuerpos que de almas, como si el interior no importase. Y luego se preguntan por qué tan bonita pero tan vacía.

Se ha perdido la emoción, las ganas de conocer, el querer sentir.

Pensamos que el amor se mide en tallas, en marcas de vestir, en lo bien que salimos en esa foto que tantas veces hubo que repetir, para que saliese perfecta.

Y me preguntó qué es la perfección si no una palabra que como dicen, de esas que se las lleva el viento.

Calificamos las conquistas con un: me la/le he follado. Medimos lo bien que tratamos a la pareja con cuántos gemidos han salido de su boca en vez de sonrisas ha dibujado su rostro.

Somos condenados a muerte de lo políticamente correcto y del que dirán. Que si no follas o tardas en dar el paso parece que para los demás no le pones ganas. Lo que ellos no saben es que te llena compartir momentos con ella.

Y sí eso no quita que tú mayor placer sea ver su cara de orgasmo real y no fingido, porque a parte de su cuerpo te pone su alma.

Es difícil encontrar almas puras hoy en día, de esas personas que oyes hablar y ya te enamoras, de su pasión por la pequeñas cosas.

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