Me desperté gritando mi nombre. Sara, Sara, Sara. Lo recitaba como un cántico, sin saber muy bien si importaba algo, aunque lo cierto es que no me quedaba nada más. Al principio estaba ciega y me pitaban los oídos, un rato después pude ver por fin donde estaba, a mi derecha había lo que parecía una selva tropical, una arboleda densa y a mi izquierda una playa de arena blanca, me quedé mirando un rato las olas extasiada, hasta que reaccioné. Todo volvió a mi mente, la voz y sus extrañas palabras, que había sido elegida para superar cuatro pruebas y que todos mis recuerdos habían sido borrados, eso explicaba mi confusión. No recordaba nada sobre mí excepto mi nombre, no sabía de dónde era, si tenía familia, cuantos años tenía, nada, por más que lo intentaba. Me entraron ganas de llorar, y entonces recordé lo que había dicho la voz, debía sobrevivir si quería saber la verdad, si quería recordar, sobrevivir para recordar, me lo metí en la cabeza, lo grabé a fuego en mi mente.
A pesar de estar muy desorientada un instinto dentro de mí me obligó a levantarme, hacía un calor asfixiante, así que me quité la chaqueta de punto que llevaba, y caminé hasta la orilla del mar. Mi mente empezó entonces a trabajar y evalué mis posibilidades, lo único que tenía eran unos vaqueros, una camisa de tirantes y mi chaqueta, no tenía nada en los bolsillos. Mi primera idea fue buscar agua, ya me preocuparía por la comida después, hasta que recordé que no debería estar sola, otras 11 personas había dicho la voz, así que decidí explorar la isla y buscar. Apenas había andando diez minutos por la orilla del mar cuando le ví, era un niño pequeño, debía tener unos once o doce años, rubio, pecoso y con unos bonitos ojos verdes. Al principio el niño se quedó mirándome sin saber que decir.
- Me llamo Thomas. - y sonrió
- Yo soy Sara, ¿has encontrado a alguien más? - pregunté
- Eres la primera que veo, pero podrían estar en otro sitio de la isla.
- ¿Estamos en una isla?
- Thomas asintió - ¿tu también oíste la voz? - preguntó entonces
- Sí - me quedé callada un momento mientras recordaba - hemos sido elegidos, no paraba de repetir eso.
- Dijo que debíamos superar cuatro pruebas, así que supongo que la primera será sobrevivir en esta isla - me di cuenta de que era bastante listo para ser tan pequeño cuando añadió - deberíamos buscar una forma de llamar a los demás, como una caracola o algo, podemos soplarla y esperar que la escuchen.
- Buena idea - respondí
Encontramos en seguida una bonita caracola blanca, después de un par de intentos conseguimos soplarla y nos sentamos a esperar en la arena.No habrían pasado ni diez minutos cuando salió de la espesa jungla una chica, parecía más mayor que yo, era más alta, rubia y bastante más guapa que yo. La chica en cuestión dijo que se llamaba Suzzane y aunque parecía bastante simpática había algo en ella que me daba mala espina. Fue solo cuestión de tiempo que empezaran a aparecer más niños y niñas de todas las edades. Pronto erámos ya ocho personas, un chico alto y fornido como un armario que solo habló para decir su nombre Frederic, una pequeña niña negra llamada Jane, una guapa chica pelirroja cuyo nombre era Anastasia, un rubio con pinta de ligón llamado Ricky y una niña bajita con gafas llamada Emilia.
A medida que llegaba alguien nuevo preguntábamos su nombre y se unía al círculo para tartar de decidir que hacer, aunque la verdad es que todos estábamos igual de perdidos, nadie recordaba nada excepto su nombre, y lo único que sabíamos era que había que sobrevivir, pero, ¿a qué nos enfrentábamos exactamente?, ¿cuándo llegaría el peligro? Como nadie tenía respuesta para ello, decidimos que lo mejor sería empezar a explorar la isla y buscar a los tres que faltaban. Lo cierto es que la isla era bastante grande, la playa en la que estábamos se prolongaba dando la vuelta a casi toda la isla, menos por un lado dominado por acantilandos desde los que se accedía a una montaña que presidía el centro de la isla, rodeada de la selva. Tardamos unas dos horas en llegar a los acantilados, durante el camino ocurrió lo que pasa siempre cuando un grupo de desconocidos pasan sus primeras horas juntos, la gente normalmente se juntaría con aquellos que se parecieran más a ellos mismos, el problema era que ninguno recordábamos nada de nuestra vida, ni de nuestra personalidad, con lo cual todos parecíamos habernos hecho amigos de todos. A pesar de las apariencias, había algo que me daba mala espina en aquella exagerada simpatía de Suzzane, en las pocas palabras que decía Frederic, en la chulería de ligón de Ricky y en la penetrante mirada de Anastasia. Los únicos que parecían genuinamente buenos eran los pequeños, pero decidí que probablemente se debía a que nadie podía recordar nada y que estaba poniéndome paranoica.
No fue hasta ya entrada la tarde cuando encontramos a los demás, o mejor dicho, ellos nos encontraron a nosotros. Habíamos parado a descansar al lado de un riachuelo cuando Suzzane pegó un grito, de la maleza surgió un niño, de unos doce años de edad, gordito y pecoso que se reía a carcajadas, se presentó como Patrick y la verdad es que me calló bastante bien, simplemente por el echo de haber asustado a Suzzane. Estaba a punto de preguntar por los dos que faltaban, cuando salió otro chico. Lo primero que vi fueron sus ojos, azules como el hielo y el mar, que parecían poder meterse dentro de ti y destapar tus sentimientos, me di cuenta de que el chico estaba mirándome a mí desde la espesura y que me dedicaba una media sonrisa.
- Tu pequeño amigo me ha asustado - dijo Suzzane mirando con visible interés al guapo chico nuevo.
- Parecías muy asustable, soy Christian - se presentó él.
- ¿Por qué no habéis aparecido junto a los demás? - preguntó entonces Thomas - ¿No escuchásteis la caracola?
- La verdad es que no - dijo Patrick - hemos pasado el día buscándos.
- Aún nos falta una - solté de repente yo
- Tienes razón - dijo Anastasia - debería haber otra niña con vosotros.
- Pues no la hay - dijo Christian cortante. Había algo en la forma en que había mirado a Anastasia que daba a entender que la odiaba por algo, pero aquello era imposible.
- Deberíamos buscarla - dije yo - estará sola, y puede ser pequeña, estará asustada.
- Pero - dijo hablando casi por primera vez Jane, la niña negra - ya casi va a hacerse de noche, y tenemos hambre, deberíamos buscar donde dormir.
- La niña tiene razón - dijo Christian - busquemos donde dormir y comer.
Estaba empezando a molestarme la actitud de líder que estaba cogiendo ese chico, a pesar de todo nadie dijo nada, con lo que echamos a andar.
Me quedé un poco rezagada y casi no me di cuenta de que Ricky, el guapo rubio ligón se puso al lado mío, hasta que habló.
- ¿Por qué tan seria princesita? - dijo con una media sonrisa.
- Si me llamas eso otra vez, te la llevas - me arrepentí de ser tan borde y le dije - lo siento, solamente estoy preocupada por la chica que falta.
- Él se rió y dijo - yo también creo que habría que encontrarla, pero el ojazos parece creerse el rey de Roma, y los demás le siguen el juego.
- No me extraña nada - señalé a delante, donde Suzzane y Anastasia intentaban acaparar la atención del chico - a esas dos ya las tiene encandiladas. Y la verdad, es que no estamos aquí para jugar, y lo sabemos.
- Bueno, hasta ahora tenemos palmeras, playa, chicas guapas, parecen más bien unas vacaciones en un paraíso.
- No pude evitar reírme y le dije - si que ves el lado bueno de las cosas.
- A veces el optimismo es lo único que queda, y a ti te hacía falta una sonrisa - la verdad es que cada vez me caía mejor aquel chico, aunque su actitud de ligón seguía siendo un poco cansina.
- Oye, si los demás no quieren buscar a la otra niña, no tenemos por qué hacer lo que nos digan - le tendí la mano - ¿te vienes?
- Él sonrió y me dio la mano - vaya, la princesita es una rebelde aventurera.
- Eh! Los de alante! - cuando los demás se giraron les contamos rápidamente el plan y sin darles tiempo a protestar nos dimos la vuelta.Puede que estuviéramos metidos en esa isla por personas cuyos objetivos y razones no conociéramos, que probablemente todos no sobrevivíriamos, que el peligro estaba a la vuelta de la esquina. Pero había algo tan genuinamente feliz en hacer una pequeña locura, así que, le di la mano a Ricky y pensé, que a lo mejor esta isla tenía algo de paraíso.
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Chosen - Los elegidos
FantasyYo solo era una chica normal con una vida normal, hasta que fui elegida. 12 elegidos, 4 pruebas, un secreto, sobrevive y recordarás quien eres.