Entelequias

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Una daga atravesada en la garganta,

zapatos de madera recién lustrados,

cicatrices que duelen como heridas frescas;

en el horizonte se dibujan caminos que nunca vi.


Me pongo de pie en el paredón

esperando la lluvia mortal

de imágenes sobre lo que muchos tienen

y que solo son entelequias para mí.


Cierro los ojos porque es demasiado,

agacho la cabeza porque estoy agonizando

frente al general que actúa como director

y cómodo en su silla se echa a reír


Mientras de mi pecho brotan rosas,

las espinas no las sentí;

tal vez se apiadaron de mí

o quizás las rosas ni han de existir.


Y al final caigo sobre el lodo

formado por deseos mezclados con realidad,

y cierro los ojos

para no ver entelequias nunca más.

Hijo De SaturnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora