FUEGO

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Holaaaa, ¡¡Estoy de vuelta!!

¡YAASS!

Os dejo por aquí la segunda parte de YOSEMITE.

Los avisos son los mismos que entonces, SEXO, SEXO y un poquito más de SEXO 😏🔥 leed bajo vuestra responsabilidad y decidid hasta donde queréis leer.

Por otro lado y aunque no comparta, a la hora de escribir me ha salido más fluido que los chicos tengan prácticas sexuales sin protección pero ya os digo que ambos están limpios y están bien.

Ahora sí, DISFRUTAD!

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Cuatro meses han pasado desde la última vez que le vio. Cuatro meses desde la última vez que sintió el roce cálido de sus labios contra los de él, ansioso, con un Agoney de sonrisa mordida que estiraba su cuello por la ventanilla del Mustang para besarle. Cuatro meses del último gemido, libre y excitado a más no poder. Cuatro meses de la última mirada furtiva y lasciva a través de un retrovisor mientras él se quedaba allí, en la puerta de su coche, sintiendo la realidad absorberle la piel.

Cuatro meses desde la mejor experiencia de su vida.

Cuatro meses de la tormenta, cuatro meses de la cabaña y todo lo que en ella vivió.

Cuatro meses desde Agoney.

Raoul no le ha vuelto a ver desde entonces pero sí le ha cotilleado las redes sociales, se siguieron mutuamente pocos días después de que el moreno se marchase y se ha querido morir, Agoney en todo su esplendor; el moreno con camiseta, sin ella, en la playa o a la orilla de un rio, sonriente, serio, divertido o picarón. Lo ha visto de todas las maneras habidas y por haber y en cada una de esas fotos ha creído y querido perder el control.

No se dieron los teléfonos sabiendo que se volverían a ver o eso fue lo que el mestizo le dijo mientras enjabonaba su piel en la última ducha que compartieron después de la tormenta. Raoul confió en él y ahora, después del tiempo y por mucho que visite la casa del Sr. Smith, ni rastro de Agoney. Lo echa de menos, o al menos, echa de menos como se sintió con él. No ha vuelto a ser así en los últimos meses, a sentir de esa manera en la que Agoney le llevó al mismísimo cielo. No ha vuelto a sentir el fuego recorrer su sangre y quemarle cada parte de su ser.

Los días en Yosemite son monótonos y aburridos y solo cuando cae la noche y está de vuelta en su cabaña a 15 metros de altura es cuando se permite ser de nuevo él, ese Raoul que Agoney le ayudó a encontrar y que se deja llevar mientras visita las fotos del moreno en Instagram. Esa noche al abrir la aplicación, tumbado en su cama, Raoul pierde la noción del tiempo fantaseando en que el moreno esté, ahora mismo, tal y como lo ve en su última publicación; sin camiseta y con un semblante duro en la mirada fija sus ojos en el objetivo de la cámara que enmarca su clavícula y parte del pectoral, desnudo, más abajo de su rostro seductor y reclamante. Raoul se fija en el negro de sus ojos que, a pesar del filtro en blanco y negro, lo atraviesan por completo y una corriente eléctrica recorre su cuerpo estallando en su bajo vientre y haciéndole sentir una vibración que le hace suspirar profundo. Tiene calor, se quita la camiseta quedando en calzoncillos y se recoloca en la cama sin dejar de mirar la foto. Daría lo que fuese por tener a ese moreno frente a él y no a través de una pantalla, recorrer con la punta de la lengua esa marcada clavícula y llegar hasta sus jugosos labios que tanto anhela besar. Gime, bajito y ahogado, y se da cuenta de a donde ha ido a parar su mano cuando nota su erección crecer entre los dedos. Vuelve a gemir mientras desliza su ropa interior hacia el final de sus piernas y deja que se pierda, allí abajo, entre las sábanas. Hace frío, es febrero pero el fuego que le recorre y la mirada del moreno, al otro lado del teléfono, hace que el calor le envuelva bajo el nórdico con el que tapa su desnudez. Recorre con las manos su abdomen, araña un poco su piel al pasar por las caderas y vuelve a dejar que su mano se pierda en su erección, acariciándola y notando su propia palpitación. Se le cae el teléfono sobre el pecho y decide recolocarse sobre la cama para poder disfrutarse mientras que no deja de mirar al moreno; apoya el teléfono sobre la almohada, recostándolo sobre la ventana que tiene en el cabezal de la cama y sin dejar de presionar su polla, se da la vuelta quedando boca abajo y ejerciendo una ligera presión contra el colchón. Entre abre las piernas sin dejar de mirar la foto y liberando el agarre de su miembro se frota contra el colchón al mismo tiempo que lleva sus mano hasta la boca para chupar un par de dedos que dirige a su entrada. Deja caer la cabeza sobre la almohada en cuanto siente sus propios dedos, imaginando que son ajenos, juguetear haciendo círculos que le erizan la piel y le hacen presionar más las sábanas contra su piel húmeda allí abajo. Jadea en cuanto introduce uno de los dedos y repite el gesto, un poco más convertido en gemido, cuando introduce el tercero en su culo.

FUEGO (One Shot/Ragoney)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora