Ya no quería pensar en nada, sobre todo en quién iba a llamar porque no tenía idea. Si había alguien que pudiese ayudarme en esta situación serían Toriel y Asgore. Sin embargo, después de lo que pasó en el hospital no tenía el coraje para llamarlos sabiendo todo lo que habrían descubierto. No me queda cara para confrontarlos, sé que solo lloraría más.
No sé si merezco buscar ayuda con esta llamada la verdad. A lo mejor esta puede ser mi única oportunidad de conseguir algunas respuestas, debería aprovechar esta situación para establecer contacto con el exterior y reunir información. Pero de ser así no debí utilizarla tan pronto, la investigación apenas comienza. Fue una decisión precipitada. Tendría que haber esperado. Nadie que me interese cuyo número me sepa de memoria va a contestar ahora. Si lo hacen odiaría que escuchasen mi voz como primer consuelo.
Me estoy empezando a arrepentir de haber exigido este derecho mío por mero capricho.
Paramos justo antes de la sala de llamadas. Sé que lo era porque por primera vez logré cruzarme con otro preso. Hice algún tipo de contacto visual con este prisionero falto de pupila, con cuencas negras profundas y con una especie de líquido azabache que emanaba de sus ojos como lágrimas. Estaba algo golpeado, pero me sonrío ampliamente y un escalofrío recorrió mi espalda.
Queriendo romper la interacción, me volteé rápidamente al policía de antes que ahora me estaba escoltando.
Estando de pie y erguido pude notar que en realidad era más bajo que yo. Sus ojos eran de un azul celeste muy notorio y descifré que estaría en sus tempranos veintes. Miré abajo a su placa con nombre por primera vez, recuerdo pensar que le iba como anillo al dedo. Sentía que podía percibir más detalles en mi entorno que antes y hubo uno que me había llamado la atención.
"Entonces... ¿Qué hizo el 'fulanito' de ahí para terminar en la cárcel?" le pregunté primero al poli para romper el hielo. Apunté al camino en el que se había marchado mi compañero presidiario cuyo nombre desconocía.
"No se me permite hablar de los otros reclusos" Debo admitir que me había dado mala espina la mirada que habíamos compartido antes y sentía un fuerte impulso de aligerar la situación para no estresarme.
"Jaja" me reí nerviosamente "Y no hace falta que lo hagas, con una cara como esa apuesto a que tiene que haber sido algo horrible como proxeneta de niños huérfanos inmigrantes distribuidores de droga o quizás-"
"Para" Me dijo tajante haciendo que algún impulso interno sellara mi boca temporalmente "No hables así de él ¿te gustaría que dijesen eso de ti a tus espaldas o se inventaran historias de cómo llegaste aquí?" Dolió porque tenía razón. Se me olvidó ser un ser racional comprensivo y sensible a los infortunios ajenos por un momento. Sólo por un momento.
El gato me comió la lengua y compartimos un momento de silencio hasta que me digné a contestarle en voz baja.
"Ya todos saben por qué estoy aquí de todos modos..."
Es verdad, no podrían convencerme de lo contrario. Los noticieros no dejarían que esto pasara a la historia jamás, era uno de esos sucesos inauditos que pasaban una vez y se discutían como si fuese la regla general o el problema más urgente del país.
"Si logro adivinar el porqué está aquí entonces tienes que decírmelo" insistí.
"Sé tanto de él como sé de ti"
"Lo que viene siendo más bien todo ¿no?" le espeté con fastidio.
Odio que se haga el que no sabe. Habrán reportes, informes, noticias, no habrá nada que no sepan ya de mí a este punto; e incluso si no estuviese interesado algo habría escuchado. Recuerdo que horas antes de que llegase algún policía o ambulancia los reporteros ya estaban ahí cumpliendo su cometido. Recuerdo las decenas de cámaras que tuve que cruzar para llegar a la puerta del carro policial. Ellos hacían la labor de los policías por ellos, ya habrían averiguado todo.
"No sabemos nada de ustedes aún. A menos que los cargos que se le atribuyen sean ciertos ¿Quiere confesarlo? Le salvaría muchos juicios tediosos y podrías quedarte conmigo un largo tiempo visto que te agrado tanto que no paras de hablarme" Me dijo con algún tipo de fastidio o esperanza en su voz.
Volteé los ojos un poco. Me di cuenta de que probablemente ambos estábamos un tanto fuera de línea así que aproveché para calmar el panorama preguntando la duda que había empezado esta conversación en primer lugar.
"¿Por qué su uniforme es naranja y el mío negro?"
"No creo que pueda responderte bien eso la verdad"
Sonó una alarma por fin, dándonos permiso para acceder a la sala de llamadas, las puertas empezaron a abrirse.
"Es porque eres potencialmente muy peligroso y todos deben de saberlo" Dijo una voz al otro lado de la puerta. Era el policía alto y malhumorado del hospital, creo que su nombre era Edge, salió de la sala para darnos paso. Sin embargo, la manera en la que caminó a mi lado con desdén y como si fuera menos que basura me hizo sentir insignificante.
Mi celda estaba aislada de todos, dos policías me escoltaban y tuvieron que vaciar la sala de llamadas entera solo para meterme a mí. Parece que algún trato especial del malo sí que estaba recibiendo y no puedo decir que no estuviese justificado.
Aún con todos los contratiempos para llegar a este momento, fue inevitable encontrarme donde estaba. Plantado en una cabina con un teléfono en la mano y la garganta seca. Una gota de sudor recorría mi frente y no podía parar de hacer círculos al cable telefónico. Ya había decidido a quién iba a llamar, solo debía armarme de valor para hacerlo.
Tecleé los dígitos de su número lentamente, volteé a ver a los dos policías que me habían escoltado que ahora estaban esperándome en la puerta y al regresar la mirada vi que Edge -no sé cuándo- había llegado al otro lado del vidrio que separaba el "Área de llamadas y visitas" del mundo exterior libre.
Se encontraba apoyado en una mesa, mirándome fijamente. Analizaba mis movimientos como si fuese un animal violento y salvaje en cautividad. Ahí entendí que no había manera de que esta llamada no estuviera intervenida; sobre todo teniendo en cuenta que ahora portaba una especie de audífono en su aparato auditivo, al contrario que justo antes cuando le vi salir de la sala.
De todos modos daba igual para esta llamada. Terminé de introducir el número.
¡Alguien lo cogió! No hubo ni una sola palabra.
"...Ink, lo siento mucho, no sabes cuanto lo siento. Tienes que perdonarme, no creo que me culpes en absoluto, pero yo lo siento" dije entre lágrimas "Sé que no debí ¡No sabía lo que estaba pasando! fue todo tan rápido, espero que estés bien. Por favor, te lo pido, por favor..."
Escuché sollozos ahogados en el otro lado de la línea y el corazón se me hundió. No podía escuchar eso justo ahora. El teléfono se me escapó de mis manos sudadas y se quedó guindando de su cable. Eso fue todo. Eso era todo lo que necesitaba por hoy.
Llamé a los guardias y ambos me escoltaron de vuelta a esa celda sombría, ya era de noche.
"Mañana tendrá su primera cita con su abogado Señor Crayon" me susurró Blueberry -el policía pequeño ojiazul- a hurtadillas.
No quedaba más que dormir, pero la idea de pelar los ojos y ver el techo me resultó mil veces más apetecible. Habían cosas en mis sueños con las que no me quería encontrar.
No entiendo nada aún. Todavía no sé qué pasó aunque sí recuerde mucho más que antes, nada se aclara. ¿Qué hacían ellos ahí? ¿Qué había pasado la noche anterior? ¿Por qué esa mañana transcurrió como lo hizo? ¿Cuáles son las razones?
¿Dónde está Reaper?
Hice todo lo posible por no pensar en ello mientras contemplaba la oscuridad de mi cuarto. La cara de terror en Asgore y Toriel se cernía sobre mí como el peso de mil cadenas. Aún así, solo una cosa se repetía como disco rayado en mi mente. La puerta de clase cerrándose, dos disparos, gritos.
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Muerte lenta (AFTERDEATH ANGST)
Teen FictionReaper es un chico rico con problemas que de repente empieza a interesarse en un chico de su edad con un misterioso pasado llamado Geno. Todos piensan que este tal "Geno" será la luz que salve a Reaper del mundo oscuro en el que está metido.