Capítulo 4: El secuestro

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Seguí vigilando la situación. Esto, sin embargo, no implicaba que también estuviera cuidando de Kina. Después de cinco días las cosas tomaron un giro inesperado, Reishi se lastimó y fue llevado al hospital. Para ser honestos, Yo lo llevé allí.

Él había ido a la montaña para recolectar hierbas medicinales, cuando le dispararon con un cañón pequeño. Observé toda la escena desde la copa de un árbol, sabía que no se trataba de un error.

Reishi estaba recogiendo plantas y flores que no parecían nada más que hierbas para mí. Las puso en su boca, las masticó, las olió y luego anotó algo en un pequeño cuaderno. En cierto momento, cavó en el suelo para coger un insecto de aspecto desagradable. Repitiendo esto, avanzó más y más en la montaña.

Dos cazadores estaban descansando a los pies de un gran cedro. El ciervo que acababan de cazar yacía a su lado. Logré escuchar la voz de Reishi mientras los saludaba. Los cazadores le regresaron el saludo con un cabeceo y lo siguieron con sus ojos mientras él estaba caminado por ahí recogiendo flores e insectos.

Después de que ellos susurraran algo, uno de ellos se puso a la espalda de Reishi, mientras que el otro puso un cañón en su boca y apuntó, indudablemente, directo a Reishi. Inmediatamente lancé un kunai que perforó el cañón, haciendo temblar la mano del hombre.

El violento ruido de la explosión resonó a través de los árboles. Las piedras lograron golpear en el pie de Reishi mientras estaba escalando una escarpadura, las rocas de esta se desmoronaron, haciéndolo caer por dieciocho metros aproximadamente, hasta un lecho de arroyo cubierto por flores de colores.

─Ya le había preguntado esto a Reishi. ¿Por qué no dejan esta aldea?

Kina no respondió. Él estaba sentado en la banqueta del hospital, sus ojos estaban abiertos como los de una muñeca y se estremecía de vez en cuando.

No había sufrido heridas graves, solo una ligera contusión cerebral le fue diagnosticada. Los doctores le dijeron a Reishi que sería mejor pasar una noche en el hospital para monitorear su situación, pero el decidió firmemente marcharse.

Ante una actitud tan obstinada, incluso los médicos susurraron algo:

─Si los Kodon tienen tantas ganas de morir, entonces pueden seguir adelante.

No sé por qué, pero esa noche los insectos estaban particularmente ruidosos. Las luciérnagas shōgun revoloteaban, dando vueltas aquí y allá.

Era casi media noche cuando Reishi salió a escondidas de casa. Primero que todo, giro su cabeza de lado a lado mientras aspiraba aire. Luego, con un hábil salto, se colocó en la cima de un poste de telégrafo, y una vez más, parecía decidido a leer el viento. Al segundo siguiente, se lazó al bosque, saltando sobre las copas de los árboles, corrió por el suelo y cruzó el río con un salto. Esa agilidad pertenecía a un hombre que había aprendido meticulosamente el arte ninja. Manteniendo mi distancia, lo seguí.

Algún tiempo atrás, Kina me había mostrado esa zona en un mapa de la aldea. Si mi memoria me falla, Reishi se dirigía hacia el Lago de los Jazmines del Cabo.

Estaba en lo cierto, algunos jazmines blancos de flores dobles habían crecido en la orilla del lago. No podía evitar notar que estaba en las tierras del sur. En Konoha la estación de estas flores había terminado desde hace un tiempo. El lugar estaba rodeado por una esencia floral dulce.

Recordé lo que Shikamaru me dijo una vez: ya que su fruto no se despliega ni siquiera después de su madurez, el jazmín también es conocido por el nombre de "Kuchinashi". Cierto, el extracto de esa flor es usado como antiinflamatorio, antipirético desintoxicante.

Naruto Jinraiden: El día en que el lobo aullóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora