Capitulo 3

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Estaba muerto.

O bueno, estaba a punto.

No tenía ganas de volar rápido a su apartamento, no le quedaba ni una mísera gota de energía para aumentar la velocidad.

Después de estar una semana en el espacio en su labor como policía espacial, enfrentándose a un pelotón de amarillos, con un par de cortes por algunos lados, grito de alivio al ver su misión acabada y poder regresar a casa al fin, pensando nada más que llegar y echarse en su cama con su Tsum Tsum, y quedar en coma hasta el día siguiente.

Eran aproximadamente las nueve y media de la noche, podría pasar por algo de comer en los locales de la playa, pero no se sentía con ganas, y a esta hora su puesto favorito de hamburguesas ya debe estar cerrando.

Voto por lo mejor y solo irse a dormir directamente a su hogar, ya comería después.

Reprimió las ganas de ir al árcade al sobrevolarlo, no queriendo hacer algo estúpido en medio de la noche, herido y sin dinero.

¡Ir a su casa nunca le fue tan difícil!

Solo fue un cuarto de hora que pudo ver el edificio donde vivía, suspirando un al fin, orgulloso de haber pasado las tentaciones del camino.

Aterrizo en el balcón, desasiendo su uniforme interestelar, quedando en su traje de piloto.

Hizo una mueca al tocarse su costado, recordando que tiene una cortadura, y que si no se la trata, será peor mañana y le regañaran después por ser tan estúpido.

Fue a su cocina, pasando por el lado de Damián, directo a la despensa, al fondo de sus tazas coleccionables de Batman, estaba el pequeño botiquín, tomándolo en su mano con pereza.

Saco todo en el mesón, abriendo el cierre de su traje y quitarse la camisilla, quedando expuesto de cintura para arriba.

Se miró la cortada, no era médico, pero eso no requería sutura.

Paso un algodón primero con agua oxigenada por encima, siseando por el ardor y espuma que hacia el químico.

¡Espera!

Sintió lo helado que estaba de repente todo el lugar, con una sonrisa congelada en su rostro, pensando que tal vez era una tetra en su mente por el cansancio.

Rio nervioso, recordando esa película del efecto mariposa, que probablemente se ha vuelto esquizofrénico y ahora tiene alucinaciones de todo lo que tiene que ver con su Bruce, reitera, no es raro alucinar tampoco en el espacio.

Bajo lentamente el spry, caminando con algo de lentitud hacia la sala en medio de la oscuridad del apartamento, iluminado un poco por el brillo de la luna llena.

Tal como había pensado para su tranquilidad, estaba vacía, si fue ilusiones suyas, dando media vuelta hacia la cocina, pensando en lo tontito que fue, que debe comer más, y curarse esa cortada.

Pero el botiquín no estaba, ni todos los implementos que dejo en la barra.

Pero si...

Oh no.

Volvió a la sala de estar, mirando con sumo miedo a esos ojos jade que sobresalían entre las penumbras y pequeños rayos de la luna que se filtraba por las ventanas, haciéndoles brillar sobrenaturalmente, fijamente hacia su persona.

El mundo por un momento le dio vueltas, atragantándose con saliva y murmurar solo unos balbuceos.

Damián estaba parado al lado de su sillón, limpiando con un paño una aguja que a la vista lastimaba por lo afilada que estaba, con los demás utensilios médicos en la mesita de noche.

Adicto a tiWhere stories live. Discover now