Capitulo 4

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Quería consolarse que fue por una buena causa.

Pero bueno, aprendió que no solo es un buen héroe, descubrió que es un buen ladrón si se lo propone.

Y lo afirma porque mira al cristal rosa del demonio en su mesa de estar, mientras trata de pensar por qué se metió en un chantaje con un mocoso de 15 años.

Hay puntos que servirán de excusa.

El primero, ocultar al mundo su vergüenza.

Y el segundo, que no le manipulo un simple niño, si no el diablo mismo.

Antes de robar siquiera el cristal de demonio, hizo sus investigaciones acerca de la kriptonita rosa, no hay mucha información de ello, para su decepción o alivio. Al parecer toda la información que se poseía del cristal estaba en el mundo natal de Superman, y fue destruido junto con el planeta, era muy recelosos con sus conocimientos los kriptonianos, tanto que ni el anillo puede darle información detallada alguna de lo que hace. Reitera, es aliviante como incierto, a pesar que no hay mucha información, no dice que sea peligroso, no tiene los mismos efectos que el convencional, pero que Damián lo quiera, significa que le ha hallado un uso no muy bueno si cae en sus manos.

Tiene que reconocer que las protecciones en la bóveda de la atalaya son legendarias, Bruce se encargó muy bien de mantener seguro los múltiples premios de guerra de cada héroe, y ningún villano podría burlar la seguridad.

Pero Bruce, aun en su más profunda mente paranoica, no pensó que el invasor podría no ser un villano, sino un Héroe, con acceso a toda la atalaya, sistema de vigilancia y seguridad.

Pensó que sería difícil, imposible, así como lo pintan en las películas de acción, pero fue demasiado fácil, hasta incluso se sorprendió que tuviera acceso a todo y sin ninguna limitación. Solo tuvo que pararse enfrente de la gran puerta de la bóveda, decir abre, y ya estaba caminando por el largo pasillo blanco, viendo los miles de artefactos que recogió la liga en vitrinas. Reconoció uno que otro premio de guerra de su parte, algunos de enemigos mortales que enfrentaron en grupo, u otras reliquias de compañeros caídos.

Ahí la vio, un poco más al fondo, no hacía falta haberla visto antes, era un gran pesado de cristal rosado fluorescente, si se le podía ver un poco más de frente, podría imaginarse que estaba viva, como un corazón palpitando.

El resto ni supo cómo paso, de un momento otro tenía un pedazo en sus manos, salió caminando en modo piloto automático, sumido en sus pensamientos de su secreto, por qué lo está haciendo y lo terrible que es Damián, estando varias veces al borde de ser descubierto pero sin ser consciente de ello, saliendo cual muerto viviente de la estación espacial.

Ahora está aquí, esperando en su sala, mirando con brazos entre cruzados el mugroso cristal, viendo de vez en cuando la hora en su reloj con la insignia del murciélago de fondo en los números, considerando seriamente si hacia lo correcto.

Si lo entrega, su secreto está a salvo otros asquerosos años más, y seguirá adorando al amor de su vida en ese periodo de tiempo, que bien sonaba...

Pero...

Para todo hay consecuencias, y aunque sea bueno para él, no significa que sea bueno para alguien a la larga. Porque la persona a la que se lo entrega no es que tenga las manos limpias tampoco...

-Jordán- cerro lo ojos fuertemente al oír el llamado del diablo.

Levanto la mirada a su balcón, encontrándose con Robín, con la luz de la luna de fondo brillando, iluminándole parte de su cara, dándole un aspecto siniestro el juego de luces y sombras, junto con su sonrisa de superioridad en máximo y ceja alzada.

Adicto a tiWhere stories live. Discover now