una novela de compañía para She Will be loved [ES NECESARIO LEER LA OTRA PARA ENTENDER]♡
Aquí voy a detallarles un poco como es la vida de Grace y Collin, ya que para She Will be loved no son necesarios todos sus momentos.
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Rapunzel
Se puede estar encerrado en un castillo
2016, tiempo actual. Seattle.
Después de que Grace le cerrara la puerta en la cara a Collin, en el capítulo 23.
Grace podía recordar claramente como era la casa de su madre.
Laura Kravitz era fanática del orden. Todo en su casa era impecable, desde los pisos tan brillantes en los que se podía ver el rostro de uno mismo, hasta los estantes llenos de portadas de revistas en las que Laura había posado.
Su casa era un espejo, o así lo pensaba Grace, toda la vanidad de su madre estaba en ese lugar, todo de lo que se sentía orgullosa.
No tenía ninguna foto de su hija.
La casa de Laura insinuaba un orden y estabilidad que la propia dueña no tenía, simulaba un tiempo de su vida que ya hacía mucho había terminado.
La foto de ella y George Collins, sonriendo mientras se tomaban las manos, miraba a Grace desde la chimenea.
Un día, su madre la capturó mirándola, Grace apenas tenía once años.
—Nos abandonó apenas tuvo la oportunidad—le dijo, su voz tan clara como el cristal—nos cambió por aquella otra mujer, por su otra hija.
Grace, de tan poca edad, había sido tan inocente que a menudo no podía contener la verdad que enredaba sus pensamientos y dejaba que esta fluyera libremente por sus labios.
—Mi hermana me agrada—dijo sencillamente— ¡Y Esme también! Me está enseñando a hacer cojines...
Su madre no la había dejado terminar entonces, le había cruzado el rostro de una cachetada.
— ¡No repitas eso en mi casa! —le había amenazado.
Y horas más tarde había subido a la habitación de Grace, dónde esta se había quedado ahogándose entre lágrimas.
—lo lamento—le había dicho Laura, aunque sin duda no lo lamentaba—he perdido los nervios, pero es que debes entender que esas dos nunca van a ser tus amigas.
Grace, imprudentemente, y sin aprender la lección, la había cuestionado.
— ¿Y por qué no?
—Porque todo se lo roban—sentenció Laura, sus ojos fijos en la hija que nunca quiso realmente—hay mujeres así, te roban al hombre que amas, te roban el cariño de tu padre, el respeto de tus amigos. Te amargan la vida.
