Llegaban tarde para no variar, tenían un examen importante el lunes y habían acordado quedarse una hora más estudiando, pero esa hora se convirtió en tres más, Martina tuvo que cambiarse en el coche, suerte que el bueno de Cristian había traído el coche grande y no había venido Israel con él, comenzaron a correr por todo el auditori, ¿Y si ya había pasado su hora o ya tendrían sus papeles cogidos?, empezaron a pasarse por la cabeza de Martina mil razones para marcharse de ahí que iba soltando por todo el camino mientras que Sara, en medio de su pelea con la ropa, iba quitandole todas esas ideas, sin darse cuenta habían llegado a la puerta donde comenzaban las pruebas, Sara estaba dispuesta a entrar pero Martina se había quedado en shock, así que le cogió la mano, la miro a los ojos y le dijo:
- ¿Recuerdas Martina?, como cuando éramos niñas, siempre juntas, nada puede salir mal, tu piensa en mariposas.
La miro a la cara y vio esa sonrisa que sólo ella tenía, esa que era capaz de alegrar a cualquiera, esa que te introducía su seguridad en ti, y una vez más Sara tuvo razón, sonrió como nunca, le apretó la mano todo lo fuerte que le permitían sus nervios y entraron juntas.
Sara se dirigió a la sala de la izquierda, se sentó y esperó su turno, pesaba que no llegaría nuca, pero por fin le tocó, número 17 como no, al verlo rió y eso le calmaron un poco los nervios, pues ella estaba más nerviosa que su amiga pero tenía que tranquilizarse por ambas, a menudo que llegaba su turno se ponía más nerviosa, eso le hacía reírse cada vez más, más y mas, creía que la iban a tomar por loca o algo por el estilo y la echarían de la prueba po falta de cordura, pero no, era su turno, número 17, allá iba.
Martina empezaba a impacientarse, su amiga no salía y ya llevaba ahi dentro mucho tiempo y además mucha gente entraba y salía de la sala menos ella, tal vez le pasó algo, pensó, no iba a esperar más, estaba dispuesta a entrar en la sala pero justo cuando se levantó del suelo para dirigirse a la puerta, salió Sara, ib muy despacito, boquiabierta y con los ojos abiertos como platos. Martina corrió a su lado y le agitó varias veces mientras pronunciaba su nombre pero su amiga parecía estar en estado de shock, le giró la cara para colocarla cara a cara con ella y Sara casi con un suspiri dijo:
-Estoy cogida..
Maritna empezó a poner la misma cara que su amiga y tras un segundo ambas se miraron y otro segundo más tarde empezaron a saltar las dos de alegría y emoción.
- ¡Sara eso es increíble! Eres la mejor, ya te lo había dicho, pero explícame, ¿Por qué entraba más gente cuando estabas tu detro?
-Es que no solo me han cogido para bailar Martina... voy a ser la ayudante de la coreógrafa de la parte de los cisnes... ¡Martina estoy cogida como ayudante de coreógrafa!
Su amiga estaba perpleja, sabía que a ella le encantaba bailar pero también que su verdadero sueño era dirigir un ballet y casi lo había logrado, como no si con la seguridad que ella tieney su facilidad para montar un baile improvisado de casi cualquier tipo era alucinante, estaba tan orgullosa de su amiga que por unos minutos olvidó todos sus miedos, pero eso no duro muchos, sólo hasta que escucho el:
- Número 8 para pruebas de cisne negro, su turno.
Martina no reaccionó al escuchar aquello pero su amiga le hizo volver al mundo real, cogió su bolsa del suelo y entró en la sala.
Era una sala espaciosa con muchos espejos en los lados largos y barras en los lados cortos de la habitación y con parqué en una mitad del suelo y tapiz en la otra mitad, se presentó a las personas que estaban sentadas en una de las partes de los espejos, estos le dieron permiso para que se preparara y que a continuación prosiguiera con una improvisación de un fragmento de música que le pondrían ellos, se puso la tobillera en su pié derecho, se ató las cintas de las zapatillas muy fuerte y se colocó los calentadores. La música comenzó, era una de sus piezas favoritas del cisne negro, le dio unos segundos y empezó su baile, se perdió con la música y se apoderó de la habitación como si no estuviera nadie, solo ella, llego un momento en el que bailaba con los ojos cerrados, los pasos salían solos, se sabía aquella pieza de memoria y el espacio lo controlaba de maravilla, al cabo de unos minutos la música cesó y abrió los ojos, tenía a el jurado boquiabierto con los ojos lloros e inclusohabía un señor no mucho mayor que Irina sollozando.- Señorita Martina…- comenzó este primero- es lo más hermoso que he visto en años, y no me refiero solo a su impecable técnica ni a su hermosa coreografía, sino que a su sentimiento a la hora de bailar, es usted mágica y me atrevo a hablar en nombre de todos si digo que nos ha encantado y no queremos a otra, señorita Martina, está usted cogida.
Martina automáticamente se llevó las manos a la boca y las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos.
- Muchísimas gracias enserio, esto es un sueño hecho realidad, os prometo que no os decepcionare, seré el mejor cisne negro, lo prometo.- consiguió decir ésta entre sollozo y sollozo.
- No lo pongo en duda señorita, es maravilloso lo que nos ha hecho sentir al bailar- comentó una señora un poco mayor que el chico anterior- ahora puede retirarse, empezaremos las clases el lunes a las 9 de la noche.
- Muchas gracias de verdad- dijo finalmente y se retiró de la sala.
Al salir vio a su amiga mordiéndose a las uñas y dando vueltas de un lado a otro del pasillo, salió corriendo en su búsqueda, Sara no se había dado cuenta de que Martina había salido de la habitación y Martina a la espalda de su amiga y le grito:
-¡Lo logré Sara, por fin lo logré, soy el cisne negro!
Cuando Martina bajó de la espalda de su amiga ésta se dio la vuelta y con las manos en la boca y los ojos llenos de lágrimas miro a su amiga la abrazó unos segundos más tarde y le dijo:
- ¡Lo sabía, sabía que ibas a lograrlo estoy muy orgullosa de ti, eres la mejor, mi cisne negro, felicidades Geme!
Y ambas se fueron abrazadas del edificio, este fin de semana iba a ser uno muy interesante y además sus amigas ya deben de estar al llegar a casa de Sara.