Capítulo 2: Magia.

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—No eres de por aquí, ¿verdad?

Tsuna se asustó porque de nuevo se vio frente a alguien salido de la nada, pero esta vez no fue el único, ya que esa figurilla también parecía sorprendida. Ante él se hallaba su reflejo, su par, su representación en ese mundo. Eran idénticos y la única diferencia estaba dada en que el individuo que lo confrontaba, era su "yo" adolescente, de no más de dieciséis años, que vestía con pantalones cortos, una larga capa negra, y un sombrero puntiagudo del que colgaba una perlita brillante y que parecía cambiar de color.

Fue raro.

Más raro fue que aquel Tsunayoshi sacara una varita de entre su ropa y con ésta hiciera algo parecido a un encantamiento cantado, de esa forma la criatura ligada a su sombra se alejó dando un chillido agitado, y el peso sobre sí mismo se desvaneció. No dijo mucho o miró al chico, no sabía si estaría bien interactuar mucho con él sin causar un desbarajuste en ese universo, pero al final no tuvo que decir nada porque el muchachito le leyó la mente, o eso dijo.

—Qué descortesía de mi parte, pero creo que me dejé llevar —sonrió divertido guardando su varita—. Leí tu mente, vi tus recuerdos, lamento eso... —agitó sus manos en disculpa—, pero creo que así nos ahorraremos algo de tiempo.

—¿Te llamas igual que yo en este mundo?

—Sí —sonrió—, ah, pero envidio tu estatura. Yo me quedé así desde que Giotto-san me devolvió junto con Reborn.

—¿Aquí también existe un Reborn? —animado, olvidó los últimos incidentes y se centró en su par de ese universo.

—Oh sí —sonrió con las mejillas rojas—, es mi lazo en este mundo, mi señor, mi tutor, y mi esposo.

Tsuna vio a su yo más joven hablar con tanta seguridad y sinceridad que poco pudo hacer más que sujetarse el pecho. Lo peor era que ni siquiera pudo aclarar la última palabra dicha por el más pequeño, porque sintió sobre sí el peso de una mirada furibunda que desencadenó en un ataque certero y que esquivó automáticamente, porque no sería la primera vez que una bala amenazara con destrozarle el cráneo o alguna parte de su cuerpo. Sin embargo, también fue diferente, porque a más de su movimiento para esquivar el ataque, las manos del Tsunayoshi de ese mundo se movieron con agilidad formando lo que parecía una esfera que lo rodeó en protección.

Ah, ¡carajo!

¡Era un mudo de locos!

¡Era divertido!

—Es obvio que es otro engaño de Ricardo —bramaba el recién llegado, un adulto de azabaches cabellos, mirada abismal y esas patillas inconfundibles.

—Ay, no —murmuró sin creerse lo que estaba viendo, pues ante él veía al Reborn de ese mundo.

—No lo es —el castañito suspiró—, es un visitante especial que solo está aquí para averiguar algunas cosas.

—No me fio de esa mierda.

—Reborn por favor —suspiró el menor de ellos—. Presiento que el chico no estará aquí mucho tiempo, así que debo ser rápido.

—¿También posees intuición? —Tsuna miró a su otro yo.

—No le decimos así aquí —sonrió antes de liberar la barrera y acercarse al castaño mayor, eso a pesar de los regaños del azabache—. Pero escucha, te daré tu respuesta.

—No he preguntado nada.

—Lo que diferencia a tu mundo y al mío —sonrió mostrando sus manos que brillaron suavemente—, es que aquí, mi magia... es distribuida a todos como un manto que les da sus características especiales... Lo que no pasa en tu mundo —señaló la frente del mayor—, porque tú solo puedes usar tu magia para ti mismo y en muy contados casos para los demás.

Siempre tuyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora