UN HERMOSO LUGAR

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NARRA T/N

El taxi me dejó en la puerta del restaurante. Este no era un restaurante especialmente elegante en comparación a mi sofisticado aspecto. Pero sin embargo, era bastante bonito y acogedor. Tenía dos pisos, en la parte de abajo blancas paredes adornaban el sitio, acompañadas de unas bonitas mesas con manteles bordados con hilos de color oro en los bordes. En cada una de las mesas se encontraban puestas delicadamente unas velas sobre un bonito candelabro plateado y un bonito adorno floral azul marino. 

El lugar estaba bastante lleno para la hora que era, parejas de todas las edades, tipos y orientaciones sexuales estaban pasando una agradable velada acompañada por la música en directo de un experimentado pianista. 

Salí de mi asombro al escuchar una melodía familiar, puse atención a la pieza que interpretaba el joven pianista y me recordó a una bonita balada que una vez escuché a Yoongi escuchar desde el salón mientras permanecía secuestrada.

Me resultó extraño, pues no era una melodía muy conocida; de echo, en su momento pensé que quizás Yoongi era el que tocaba esa pieza y que era una composición suya. Y es por eso que me quedé perpleja intentando atisbar el rostro del pianista, pues había algo que no me convencía.

Una parte de mí me incitaba a acercarme a él y comprobar si era él. Pero la otra me decía que solo eran imaginaciones mías. Yoongi se encontraba en prisión, no podía ser el. Me entró un escalofrío.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por el recepcionista del lugar.

Un hombre joven, unos años mayor que yo. Era coreano, tenía un bonito corte de pelo y unos redondos ojos color grisáceo. Me recordaron a lo extraños que eran los ojos negros de Yoongi en corea. No se solía ver otro color que no fuera marrón. Me quedé unos instantes observando su espectacular belleza. Mientras que el me sonreía con sus blancos y perfectamente colocados dientes.

-Buenas noches señorita, ¿tiene reserva?- dijo con una aterciopelada voz, que me hizo suspirar. Miré disimuladamente su chapa en la que ponía "Chen".

Asentí con brusquedad algo nerviosa a lo que el sonrió.

-Bien, ¿podría decirme su nombre?- dijo amablemente

-Claro, T/N- dije con la voz un poco atragantada 

-Le acompaño señorita, su mesa está en la zona de arriba-  su amabilidad y su buen trato me sorprendieron.

La parte de arriba era aún más sorprendente que la de abajo. Las mesas se disponían al rededor de una bonita fuente de mármol con un hermoso cisne esculpido en esta, de cuya boca salía un cristalino chorro de agua. El lugar entero estaba decorado de las más bonitas rosas por todas partes, y pétalos de estas recubrían el suelo de césped. 

Las mesas eran incluso más bonitas que las de la sala inferior, los manteles eran de un fuerte granate y estaban decoradas por un bonito cetro de mesa de un pequeño decorado floral rojo y blanco. 

Esa zona debía ser más cara, pues apenas había tres parejas en ella. Me pregunté como Kine pudo permitirse pagar este lujo. 

Enseguida fui sacada de mis pensamientos por el tal Chen.

-Es aquí señorita- dijo y con una sonrisa me apartó el asiento de la mesa para que pudiese sentarme, me enrojecí- espero sinceramente que disfrute de la cena, y de nuestro servicio...- dijo enfatizando la última frase a lo que le miré roja y le respondí con un tímido "gracias".

Cuando se marchó continué contemplando el hermoso lugar y las vistas que había desde este. Llegué unos minutos antes de la hora a la que estaba citada, sin embargo vi cruzar la puerta a un elegante joven con un traje negro, con una fina camisa negra bajo este y un elegante peinado que le hacía ver muy atractivo marcando así su mandíbula. Su cabello era negro, y su rostro hermoso, se podía apreciar que era un seductor por la forma de caminar, seguro de si mismo; con una seductora mirada tatuada en su blanco rostro.

Me asombré y mientras le miraba exageradamente embobada en el me dirigió la mirada y yo me enrojecí de inmediato, comenzó a acercarse a mi mesa. Me coloqué bien el vestido y me retiré un mechón que caía por mi cara. Esbocé una sonrisa y esperé a que se presentase.








50 DÍAS PARA ESCAPARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora