Capítulo I: En las sombras

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"¿Me prometes que estaremos juntos siempre? Sin que nada nos separe. No quiero que nada nos aleje de este sueño, Lucian. Tú y yo, cazando a esos monstruos caídos en la oscuridad, con los uniformes a juego... Será maravilloso. -La joven guerrera de la noche sonreía ante los ojos de su amado de oscura piel- Me conoces, sabes que solo soy así contigo. No, no me digas que te gusta verme gruñona y llena de pleno en el trabajo, sé qué eres un niño bueno y te gusta que saque mi lado tierno. Va, bobo, solo tenemos este rato para estar cursis, no lo arruines -Una risa abandonó los labios de la muchacha, que parecía emebelesada en la situación- Que sí, que no somos tan jóvenes, y que ya tenemos anillos, pero eso no cambia nada. Seguimos siendo niños en el fondo, eso nunca cambiará. Parece que fuera ayer cuándo te pusiste ese peinado. Al principio me opuse, pero te queda muy bien, te hace más guapo todavía. Mi niño... -dijo con una voz dulce- ...detendría el mundo entero solo para defenderte. Y pensé que nunca hallaría mi puerta a la felicidad. Cómo me equivocaba. -Senna se relamió y sacó su lado aridente- Ven aquí, semental, tu esposa te reclama"

Y con lo que parecía que iba a ser un pasional beso, los labios del pistolero se secaron de golpe, y los susurros se volvieron en gritos. Un reflejo verdoso se formó en sus ojos y las piernas le temblaban, ante él el carcelero le mostraba con desprecio la linterna y una risa macabra que haría tambalear el aplomo de hasta el más veterano guerrero.

-Oh, sí, contempla un poco más el adorable dolor de aquello que nunca más volverá a tu lado, dame la angustia de un destino inexorable, deja que me deleite con la harmonía debilitada de tu mortalidad pesando sobre tu alma antes de que la devore, quiero que pases una eternidad junto a ella, en mi linterna, cuándo ya no tengaís cuerpos que unir ni nada prevalezca ya de un sueño roto ¡Regálame tu sufrimiento, gusano inservible! ¡Muere despacio en mis manos y conviértete en mi juguete imperecedero, una vez seas solo una alma para mí, sin esencia ni contenido! 

Las rodillas del pistolero se debilitaron, haciendo que cayera en ellas con gran torpeza, soltando así las armas que llevaba, como si una losa de cemento le hubiera caído encima. Hubiese llorado si sus ojos secos conservasen lágrimas, pues era en forma de sangre como él se dolía de la pérdida de su esposa. Fue entonces cuándo el carcelero cayó en un remolino de soberbia, creyendo que tendría más oportunidades de ejecutar el cazador de espíritus, y se marchó, dejándolo a su suerte en mitad del bosque. Ciertamente todo parecía indicar que pese a haber estado un año tratando de dar caza al infame Thresh, Lucian no podría lograr satisfacer su venganza ni recuperar a su esposa fallecida. Y los recuerdos que se habían plasmado de golpe en su mente con la misma chispa de si fueran reales, no ayudaron al castigador de la luz. Herido y sangrando tomó sus pistolas y se dijo a si mismo "Hazlo por ella", entre pesados jadeos de dolor, sin soltar las pistolas, que llevaba con torpeza, en conjunción con sus pasos erráticos y vista borrosa. No era consciente de que estaba en un estado deplorable y que era una presa fácil para los monstruos de las Islas de la Sobmra que acechaban en noches así, pero su sed de venganza ardía con más intensidad que la lógica o el dolor. Llegó así a un claro ensombrecido, apuntado mientras giraba sobre sí mismo, buscando amenazas, cuándo un mordisco sediento de sangre aterrizó en su brazo, que perdió la fuerza y mandó la pistola unos metros allá del cuerpo del hombre. Apartándose con un zarandeo y apoyado con la espalda en el suelo, Lucian apuntó en la dirección en la que debería estar el depredador, sin mirar, notando como un bufido de dolor salía entre el sonido de los disparos. Cuándo acabó de acribillar el gatillo, abrió los ojos y vio los cadáveres de seis lobos no muertos tumbados en el suelo, definitivamente inertes, y se levantó con el brazo dolorido a recuperar el arma perdida, siguiendo el camino. 

Su arriesgada e inevitable senda lo llevó a un río aparentemente poco profundo, y con pasos precabidos pero precipitados por el dolor, cada vez más insufrible,  avanzó deprisa, chapoteando en esa oscura agua de un azul podrido por la oscuridad. Fue entonces cuándo notó que cada vez andaba más pesado, como si el agua lo devorase. Y, efectivamente, por ahí andaba un mapache ilusionista, que estaba alterando la percepción de la realidad de Lucian para que sin darse cuenta fuera él mismo quién se metiera bajo el agua y muriese ahogado. Sin embargo, ni una ilusión engañosa detendría al incansable despechado, que hizo acopio de valor y empezó a patalear en el agua, luchando contra el control de su mente al que era sometido. Notaba como el agua lo empezaba a poder, ralentizando sus movimientos y sentía brazos apretar su garganta, pero el mapache cometió el error de acercarse antes de hora a por su presa, y uno de los golpes de puño desesperados de Lucian golpeó al animal en la cabeza, liberándolo del control. Libre y consciente de sus actos una vez más, retomó las otra vez perdidas armas y apuntó al animal, mostrando una falta total de piedad ante la bestia juguetona que casi le cuesta la vida. 

Libre de nuevo para seguir su frenética persecución, avanzó corriendo hasta que se topó con una tercera amenaza. Una figura humana que levantaba más de dos metros del suelo, una figura negra con brillos metálicos y metida en una armadura que emenaba un vacío y un frío más allá de los de la muerte lo miraba, analítico, como si fuera a triturarlo del mismo modo en que los cuchillos trituran la carne floja ¿Quién iba a pensar que el viudo más negro de toda Runaterra caería a manos del maestro del metal? Era improvable, y de hecho, ningún combatiente se dijo nada. Simplemente Lucian se llevó las pistolas al pecho, en posición funeraria y empezó a soltar sus últimos deseos y rezos a la noche, mientras Mordekaiser alzaba su maza al aire para darle un solo golpe que acabaría con la miserable vida del malherido justiciero. O hubiera sido así si un sonido rápido y fugaz no hubiese cortado el viento, haciendo que el viudo abriera los ojos para ver lo sucedido.

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⏰ Última actualización: Nov 06, 2014 ⏰

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