•12•

5.8K 558 194
                                    

Jamás en mi vida pensé hacer esto que estoy a punto de hacer. Ni siquiera en mi adolescencia. Aun que eso quizá se deba a que la mayoría de chicos con los que salí, estaban en el closet, de igual manera; ahora de adulto nunca fue necesario. Una presentación a mi familia o a la suya era más que suficiente.

Pero ¿pedir permiso?
Ni siquiera pedí la mano de Rodrigo, bastó con una llamada a sus padres para contarles la noticia, estaban muy felices.

Pero veme aquí, parado frente a la casa de Joaquín, con mi mejor traje, y rogando por que no me arrojen agua y me manden a volar. No recuerdo la ultima vez que estuve tan nervioso.

Ya ni siquiera se cuanto tiempo llevo exactamente aquí parado, esperando una señal de Dios para tocar.

El portón del garage comenzó a abrirse, abrí mis ojos como plato y huí de ahí antes que alguien me viera. Me metí a mi auto, apunto de arrancar y largarme.

¡No seas cobarde! Respire hondo y espere.

Vi como el padre de Joaquín se despedía de la madre.

¿Y si iba cuando el padre se fuera? Eso haría las cosas un poco más fácil.

Se montó en el carro y se fue, el portón se cerró.

Vamos Emilio ¿qué tan mal puede salir? ¿Quieres a Joaquín? ¿Lo quiero? Si, si lo quiero. Ahora mueve tu trasero y toca esa puerta.

Llegue a la puerta y toque el timbre, respire profundo y espere. Me sudaban las manos.

-Hola- Me abrió su madre, una dama muy elegante y fina.

-Hola, eh, mi nombre es Emilio Marcos y he venido por...

-Si- me interrumpió- Lo estamos esperando. Pase por favor.

Abrí los ojos como plato.

-¿A mi?

-Si, ya sabía que venía. Pase- se hizo a un lado para dejarme entrar.

Sonreí y entre, esto iba mejor de lo que habría imaginado.

-Por aquí- me condujo hasta la sala principal- Es una pena que mi marido no esté, tenía muchas ganas de hablar con usted.

¿Esto era enserio? Joder, tengo miedo.

-Tome asiento.

-Gracias- Obedecí y ella se sentó en un sofá frente a mi.

Le sonreí mientras pasaba mis manos temblorosas por mis piernas. Vi como ella esperaba que empezara a hablar pero no tenía ni jodida idea como iniciar. Finalmente, fue ella la primera en hablar.

-Bien, vamos al grano.

-Si, supongo que debemos ir al grano- la voz me temblaba.

-Mire, yo tengo 40 y mi marido 45, tuvimos a Joaquín muy jóvenes. Y para nosotros él es lo más importante en nuestras vidas.

-Claro, si, entiendo.

-¿Usted tiene hijos?

-No no no- hice movimientos con mis manos para que no hubiera dudas.

-Qué lastima, ¿cuantos años tiene?

-¿Yo? Treinta y... dos- me encogí de hombros para restarle importancia.

-Lo que más me interesa es el futuro de mi hijo, por eso queríamos hablar con usted- Asentí- Mi marido y yo lo hemos estado meditando mucho y estamos convencidos de que será una buena decisión.

Perdona... si te llamo amor- Emiliaco (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora