CÁPITULO 2 : Oda en Fa#

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Ya llebava un tiempo tocando me encontraba mejor, o se queria pensar, hasta que una acorde sonó en aquel pequeño lago,se repetia y hacia eco en mi mente, ese acorde en FA#  ya no sonaba, me llegaba a hablar al oido para que me sintiera mejor, para que cambiase mi visión.

Al día siguiente llegue temprano a la sala de practicas donde en 20 minutos ensayariamos una canción. Y sin nadie en aquella gran sala mis dedos empezaron a bailar sobre aquellas escalas que al final todas acababan en un acorde que ya no podia recordar pero que tampoco olvidaba.  En aquella sala vacía una mirada se asomaba y aplaudia con delicadeza mientras miraba al piano. Esa sombra tenia nombre,forma y personalidad: Kagi Taiyo se postraba sorprendida mientras poco a poco se acercaba al escenario con un brillo en sus dulces ojos color miel.

De un momento a otro llegaron el resto, me miraban analizando la escena. Mientras estaba en el sentado frente aquel piano un figura prepotente me echaba de allí, Saito Kurozawa me bajo de las nubes con tan solo una mirada fija, su desprecio se notaba a flor de piel.

Una vez mas él deslumbraba talento y elegancia pero, le faltaba algo,como una armadura sin su guerrero, mientras que yo simplemente no encajaba el compás, su presencia ahogaba mis ganas de tocar haciendome sentir como si estuviera sumergido en el océano sin poder escuchar lo que tocaba y lo que deseaba.

Esa mañana acabamos mas tarde de lo previsto, ya no quedaba gente por allí, solo Saito y yo, su mirada me dejaba acobardado, asi que pasé cabizbajo por su lado pero,él me cojío del brazo y me llevo hasta el escenario. Él se sentó frente al piano y comenzó a tocar una melodia que repetía en ostinato el acorde en bemol, ya no era sostenido. Sin darme cuenta estaba tocando,realzando la pieza dandole colores a la paleta de Saito que usaba para rellanar aquel lienzo en la canción.

Una pequeña sonrisa me llegó de aquel chico que junto a mi tocaba. Y unas palabras que nunca esperaría de él hicieron que mi corazón tocase fondo,solo me basto un: No eres tan malo al final...

Esa semana progresamos algo,no mucho, pero algo. Otoño ya estaba cerca, las hojas pendian de un hilo y los arboles se teñian de unos rojos matices acompañadas de pinceladas amarillas. A las 9 nos llego un comunicado a nuestra targeta,y a las 9:30 debiamos estar en la plaza central del campus.Ante nosotros vimos a los antiguos compositores y a los actuales,pero toda la ilusión desaparecio sin previo aviso,la primera eliminatoria,es decir la primera barrida. Me quede helado,tiritaba del miedo,temblaba de nervios y mi tez de cada vez se quedaba mas pálida no me sentía preparado para tal situación,sobre todo, no quería fastidiar a mi equipo ya que ellos eran mejores que yo y no era plan de que se tubieran que ir a casa por mi culpa.

Nosotros tendríamos que actuar sobre las 16:00 (estabamos a final de tabla).Ensayamos y ensayamos pero siempre que tocabamos me equivocaba en el mismo acorde y estaba empezando a encontrarme mal.Los dedos me fallaban y una fuerte presión en el pecho me aplastaba toda gana de tocar.

Entre más me deseperaba mas notoria era la falta de confianza. Pero,ante mi apareció la que una vez me dijo que reprimirse a veces no es bueno,Mitzumi con una puequeña sonrisa me acaraició la cabeza y me tranquilizó lo suficiente como para que volviera en mi. Esta vez sería distinto,me decía a mis adentros, que por primera vez, que no me equivocaría...



La sonata del Valle RítmicoWhere stories live. Discover now