CAPÍTULO 2

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Pasaron los años y habían situaciones que seguían aconteciendo. Una horrible nube negra se iba apoderando de mis sentimientos y pensamientos; para ser exacta era feliz por momentos pero me había olvidado de vivir en libertad sin tener miedo a que alguien me hiciera daño.

Mis tardes se basaban en dormir mucho porque en esas horas no podía pensar, ni mis pensamientos venían a atacarme. Muchos me decían que era vaga por no hacer nada pero nadie se daba cuenta de lo que vivía y que mi pasado me seguía atormentando.

Deseaba morirme y no era un día, eran todos los días, cada mañana, cada despertar ¿Había sido cobarde por pensar eso? No, era una simple adolescente cansada y totalmente agobiada de vivir una mentira porque mostraba ser feliz y no lo era, en mi corazón había raíz de amargura y también odio y asco a este ser totalmente idiota que me quitó lo mejor e inocente de la niñez; pero ¿Sabes algo? Mis padres me habían enseñado que odiar es malo. Entonces no tan solo tenía que lidiar con lo traumas de mi pasado, sino, también conmigo misma porque sabía que me hacía mal odiando a una persona sin el menor escrúpulo.

Ahora explicando esto, vengo de familia sumamente religiosa; y obviamente cada domingo íbamos al templo y tratábamos de guardarnos en santidad para Dios y haciendo el bien para el prójimo. Pero al darme cuenta de lo que ocurrió en mi infancia ¿Por qué seguía diciendo que Dios era amor? y ¿Por qué seguía yendo al templo? ¿Por qué creía? ¿Por qué Dios no me cuidó? ¿Dios es malo? ¡Si! Todo eso me pregunte varios años. Me aleje del templo, de Dios; incluso estaba enojada con Dios. (Tal vez son ateos, y cabe recalcar que no me molesta, cada uno es libre de elegir en creer o no) Entiendan que yo nací escuchando de Dios y no me dieron a elegir pero estaban en edad de elegir y mis padres me daban la libertad. Pero prefería creer pero estaba enojada con Dios y si no me molestaba era mejor.

Ahora, me encontraba en medio de un agujero negro sin saber que hacer, ni a dónde ir, ni que pensar, solo quería morir. Ataque de pánico y demasiada depresión invadían mi cuerpo, mi alma y mi corazón. Pero yo era fuerte y no lloraba delante de otras personas pero cuando me escapaba a la soledad mi corazón se quebraba y derramaba mis lágrimas sin poner freno. 

Nació mi hermano, otro más. Fue la luz al final del túnel, vinó a darme esperanza, a decirme que vale la pena pelearla. Pasaban los meses y este niño vino a sacarme de la desesperación.

¿Sabes? Volví al templo, volví a Dios pero las preguntas seguían.

Si, Dios me explicó todo y sanó cada una de mis heridas, y hoy vivo feliz, completa junto a mi familia. Pero cada vez que escucho que alguien pasa por lo mismo me encantaría decirle que todo pasa, pero habla con alguien, no calles; eso te ayuda a liberarte.

Hoy estudio en la facultad de medicina y soy feliz con la profesión que escogí.

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⏰ Last updated: Oct 17, 2019 ⏰

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