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Cuando ella lo miró toda ilusionada por su reacción. Se dio cuenta de que aquella mujer amaba su trabajo, se le notaba en el brillo de sus ojos y su tono al hablar. Tenía pasión, y eso le agradaba.

- ... Wow - pudo articular finalmente.

- Sí, lo mismo pienso - contestó ella poniéndose frente a él mientras las luces terminaban de encenderse a su espalda - Es difícil de creer, lo sé. ¡Pero mira!

- Esto... esto-

Su corazón dio un brinco. De repente, olvidó toda palabra que estaba por salir de su boca al ver como a través de aquel vidrio que formaba un acuario, una aleta grande y dorada se asomaba. Solo fue una parte de una aleta pero se sintió como el descubrimiento de su vida, aunque eso ni siquiera lo preparó para lo que vería a continuación.

Belleza absoluta.

Quedó hipnotizado al verla. Era como en las leyendas. Una mujer, una hembra de cabello rubio muy claro, largo; un rostro de facciones perfectas, al igual que las medidas de su cuerpo. Era igual que ellos. Su piel casi blanca llegaba hasta su cintura, en donde comenzaba a mezclarse con algunas escamas, pero no era hasta sus caderas que comenzaba aquella "cola" típica de sirena. O no tan típica, porque parecía que llevaba puesto un vestido dorado y blanco. Uno caro y de marca, pensó. No sintió necesario ver ninguna otra sirena más para saber que ella sería la más hermosa. Probablemente sería la punta en la pirámide.

- ¿Ves su aleta, Jean? ¿Verdad que es lo más hermoso que has conocido hasta ahora? - él apenas pudo asentir en respuesta - La llamamos Historia, fue la primera que cazamos. Al parecer pertenece a una raza superior, como una reina o una diosa. Hemos hecho experimentos, hemos puesto una sirena de cada raza en un mismo acuario. Cuando ella estaba presente, todas y todos comenzaban a hacer tareas, a buscarle un lugar cómodo, asegurarse de que estuviese bien y fuera de peligro. Cuando ella no estaba, regía la ley del más fuerte.

- Increíble...

- ... Pero cierto y real - dijo en tono serio, para luego señalar que la siguiera hasta el siguiente acuario - Mira las aletas de esta raza, la forma en que terminan y su color. Parece que están adornadas con plumas. Los llamamos candidatos.

- Son hermosas, pero no como la de Historia.

- Exactamente. ¿Y sabes algo? Historia ha dado a luz a dos pequeños. Un macho y una hembra, sin embargo ninguno heredó su aleta - señaló a dos alevines que estaban en brazos de un tritón de aquella raza - Tengo la hipótesis de que solo uno de todos los descendientes de una reina o rey, nace con aquella aleta que lo condena a ser la punta de la pirámide social de su especie.

- ... Vaya... ¿Y ella no cuida a sus crías? - preguntó curioso.

- No. Los candidatos lo hacen, y son los únicos que pueden acercarse a ella. Ninguno por debajo de esta raza puede tocarla.

- Entonces su función como reina es solo parir a un heredero, para luego morir.

- Sí - dijo con algo de pena – Pero aún hay mucho que descubrir.

Hanji sonrió, y continuó el camino. Jean la siguió fascinado por escuchar más de los descubrimientos e hipótesis, pensando en todo lo que podría aprender de ella. De pronto la científica se detuvo y señaló hacia otro acuario. Allí dentro se podía ver lo que él interpretó como una sirena común, la imagen típica de una.

- Estas son las obreras. Mira su aleta, es de un color en diferentes tonos, se ven como manchas. Esto se debe a que esta raza es la que explora, busca alimento, construye... y esa característica de su aleta permite que pasen más desapercibidos, mezclándose con las rocas o las plantas del océano. Como ves, la forma es normal y la terminación es en dos puntas, como la de cualquier pez.

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⏰ Última actualización: Oct 19, 2019 ⏰

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