Drabbles KakaSaku Octubre 2019

Invocación

Hola! Esta es mi pequeña aportación para la actividad de Halloween/Día de muertos. Pueden encontrarme en FanFiction como Humpty Dumpty Dhu. ¡Saludos!

Disclaimer: Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto.

Invocación

Cuando Kakashi se dio cuenta de lo jodido que estaba, ya era demasiado tarde. Se hizo un recordatorio mental: Siempre sería mejor ser patán que amable, así como siempre sería mejor pecar de escéptico que de curioso. Porque si no hubiera aceptado aquel espejo de ese pobre anciano que se encontró vagando por las calles de Konoha, entonces ahora mismo no estaría en un lío.

Fue una mañana de agosto, enfrente del mercado de pulgas. Un viejo con barba blanca y ropa oscura polvorienta pasó cerca de Hatake. Llevaba un carrito con un montón de cachivaches, y por la forma en la que su huesudo brazo se doblaba, el Ninja que Copia pudo imaginar cuánto le costaba empujarlo cuesta arriba.

—¿Necesita ayuda con eso? —preguntó Kakashi, más por educación que por altruismo, en el fondo esperando una negativa.

—¡Por favor! A mi anciana edad ya no puedo cargar con tanto peso.

El de cabello plateado le sonrió con la mirada. Bueno, al menos esta vez podría decir que la excusa para llegar tarde al entrenamiento con sus alumnos había sido real.

Kakashi llevó el carrito sin mayor dificultad, subiendo la calle empinada en completo silencio. Cuando estuvieron de nuevo en terreno uniforme, el anciano le indicó que él podía seguir solo.

—Muchas gracias, joven hombre. Es usted muy amable. —El ninja sólo asintió—. Y como recompensa, me gustaría obsequiarle algo.

El viejo buscó entre sus cosas, y entonces le entregó a Kakashi un espejo.

—No es necesario. —Se excusó encogiéndose de hombros. Ni siquiera le parecía un regalo tan interesante como para aceptarlo, pero ante la mirada "más-te-vale-que-lo-tomes" del hombre, lo agarró con delicadeza.

—Este es un espejo encantado. Si a las tres de la mañana miras tu reflejo y pronuncias seis veces "Sakura", un demonio femenino se aparecerá en tu habitación —sentenció el anciano, casi como lanzándole una maldición, justo antes de continuar su camino y perderse entre el mar de gente. El de cabello plateado sólo lo miró como si hubiese escapado de un psiquiátrico.

Esa misma madrugada, Kakashi vio su reloj con desinterés. 3:07 a. m. De nuevo se había quedado hasta tarde leyendo Icha Icha. Y como el sueño aún no parecía alcanzarlo, recordó el supuesto espejo mágico. Era cierto que nunca había creído en tales cosas, y tal vez esa era la razón por la que se decidió a intentarlo en primer lugar. Después de todo, estaba seguro de que nada pasaría.

Pronunció el nombre de Sakura seis veces. Todo permaneció igual. Quizá era uno de esos demonios puntuales que sólo aparecían a las tres en punto. Cuando se dio la vuelta para volver a su cama, la vio: sentada en la esquina del colchón, con sus largas piernas cruzadas, una mujer con exótico cabello rosa y una mirada verde menta que lo estaban invitando a algo, pero no estaba claro a qué. De no ser por los pequeños cuernos saliendo de su cráneo, parecía más humana que criatura invocada.

Kakashi no se asustó, aunque sí estaba sorprendido, y, al mismo tiempo, listo para atacar. Pero eso nunca pasó.

La demonio le habló con un tono dulce, presentándose. Le explicó que no era malvada, que sólo estaba ahí para responderle todas sus dudas sobre su pasado, presente y futuro. Cualquier cosa que quisiera saber, ella tendría la información. ¿Fecha de su muerte? ¿Si su esposa lo engañaba? Sólo necesitaba preguntar.

—Ni tengo esposa ni me preocupa morir —respondió simplemente—. Así que ya puedes volver a tu espejo o lo que sea. No estoy interesado en tus servicios.

Sakura frunció el ceño levemente. Este hombre le estaba quitando toda la diversión al juego.

—Lo haría, pero una vez me invocan, sólo puedo regresar hasta que den las cuatro de la madrugada.

Kakashi miró su reloj: 3:15.

—Bueno, estos serán cuarenta y cinco minutos de un silencio incómodo.

Sin embargo, no fue así. La demonio era demasiado habladora como para ignorarla: Trataba de persuadirlo para que le hiciera alguna pregunta. Le coqueteaba para hacerlo caer en sus redes, sin éxito alguno. Ya al final, cansada del impasible hombre, optó por interrogarle acerca de su vida, al menos para tener un tema de conversación.

—¿Y cómo te llamas?

—Creí que lo sabías todo. —La escuchó gruñir, exasperada. No sabía qué tan buena idea era molestar a un demonio, pero sin duda alguna era divertido.

Dieron las cuatro y ella desapareció.

La noche siguiente, Kakashi se sorprendió a sí mismo invocándola de nuevo.

—¿Tú otra vez? —saludó decepcionada.

—¡También me da gusto verte!

Pasaron las madrugadas. Kakashi seguía sin hacerle preguntas, pero poco a poco fueron hablando más y poco a poco ella se ganó su confianza, hasta que le contó todos sus pensares, secretos y arrepentimientos, porque sabía no podía juzgarlo. Al final, ella era un demonio.

Y entre tantas charlas que se quedaron sepultadas en las cuatro paredes de su habitación, Kakashi pronto se descubrió queriendo más de ella, pasar más que una hora diaria a su lado, poder tocarla, incluso besarla. Sonaría extraño y demente, pero se había enamorado de Sakura. Y eso, definitivamente era un problema.

Jamás le había entregado su corazón a ninguna mujer, mas la primera vez que pasó, se encargó de que fuera a una criatura demoníaca. ¡Excelente trabajo, Kakashi!

Ahora ni siquiera estaba seguro de lo que pasaría. Tal vez Sakura había usado sus diabólicos encantos para hechizarlo. O tal vez sí era amor real lo que sentía. Lo cierto era que no le importaba mucho. Sólo deseaba estar con ella.

—Puedes quedarte a mi lado. La madrugada del 31 de octubre los demonios nos volvemos más fuertes. Bésame. Y serás para siempre mío y yo tuya.

Y así lo hizo. La noche de Halloween, una noche gélida, unió sus labios con los de ella. Era un beso desesperado que liberaba toda la pasión que había estado padeciendo desde hace tiempo. Sakura lo contempló con lujuria: ahora su alma le pertenecía y ni la eternidad iba a poder separarlos.