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Narra Mar:

Otra vez castigos. Otra vez igual. Sin libertad, sin poder escaparme. En verdad tina tenía razón, dentro de la fundación podía tener cosas que fuera no iba a conseguir. Pero tampoco me sentía cómoda mientras me trataban mal.

Pasó la tarde y llegó la noche. Los chicos de la fundación comimos todos juntos en la cocina, mientras ellos, los dueños: Barto y Kendra, Tina y su hijo, Thiago, pudieron disfrutar de la cena en el enorme comedor:

—¿Siempre tenemos que hacerlo todo por separado? —pregunté.

—Sí —me respondió Ramiro—. Incluso a veces, Thiago, el hijo de Barto y Kendra, pide comer acá con nosotros pero no le dejan. Así que la cosa funciona así.

—Es la diferencia de clases —apuntó Lleca—. En la fundación se ve mejor que en ningún otro lado.

—¿Thiago se lleva bien con ustedes? —pregunté.

—Es buen pibe, pero los padres le dicen todo lo que tiene que hacer. El pobre debe estar harto, nosotros no tenemos libertad, pero Thiago tampoco —dijo Jazmín.

—Todos acá tenemos mala suerte —dijo Tacho.

Fue entonces, cuando en ese momento, Thiago apareció con su plato de comida en la cocina:

—¿Puedo comer acá con ustedes? —preguntó con una sonrisa.

—¿No era que no le dejaban? —pregunté yo.

—Mi viejo no está hoy, tenía una cena con un compañero importante del Juzgado, y mi vieja no me dice nada, así que me quedo a cenar con ustedes —puso su plato sobre la mesa y se sentó a mi lado—. Así podemos hablar de cosas normales. En la mesa con mis padres solo hablamos de cosas de grandes y me aburre bastante.

Fue en ese momento, cuando Tina irrumpió en la cocina:

— Niño Thiago, ¿qué hace acá con todos los mugr... Digo, con todos los muchachitos?

— Mi mamá me dejó cenar acá con ellos Tina, no hay drama, no te preocupes — le respondió Thiago con tono tranquilo.

—Está bien, Mar, mi amor —dijo Tina con voz falsa—, te toca fregar a vos hoy. Al ser el primer día.

Thiago miró a Tina fijamente:

—¿Por qué ella?

—Es el primer día, acá hay turnos. Hoy es el primer día que está acá y hoy la corresponde fregar a ella. Cada día friega uno...

—Pues como es su primer día, yo me quedo a ayudarla —dijo Thiago.

—No no —dijo Tina—, usted no hace falta que friegue niño Thiago.

—Si hace falta, yo acá soy igual que los demás y quiero ayudar a Mar. La ayudo a recoger y a fregar. No va a pasarme nada por ayudar con las tareas de la casa.

—Pero a sus padres no les va a gustar.

—Tampoco debería gustarles que fregaran los chicos cuando podes hacerlo vos Tina.

—Bueno, como quiera —Tina suspiró y entonces Tina salió de la cocina.

—¿Acá hay amor? —preguntó Tacho riéndose.

—Yo creo que si —dijo Jazmín también riéndose.

Rama suspiró y siguió cenando, y los más pequeños también hicieron lo mismo.

Después de una media hora, todos terminaron de cenar. Thiago me ayudó a recoger todo y a fregar:

—Si querés podemos ir a dar un paseo por el jardín cuando acabemos. Está precioso, ahora con el comienzo del otoño comienzan a caerse las hojas y está aún más lindo, casi tanto como en primavera —me propuso con una sonrisa cuando estábamos a punto de terminar.

— No, si Tina me ve me reta. Y prefiero no meterme en más líos por hoy, con lo de la fuente ya fue suficiente.

—Es cierto, ¿por qué intentaste escapar? —me preguntó con cara de preocupación.

—Por nada, que se yo...

—Contame. Sé guardar muy bien los secretos —me dijo mientras me agarraba de la mano. Después hizo que me sentara enfrente de él—. Dale, contame linda.

Negué con la cabeza. Él me agarró la cara y me obligó a mirarle a los ojos, pero yo miré al piso.

—¿Qué pasa con ustedes? Intento acercarme... —suspiró—. Ninguno de ustedes nunca me cuenta nada. Es como si no existiera. Y eso duele, no me ignoren. Soy igual que ustedes. Que mi papá sea el dueño de la fundación no significa que tengan que tenerme miedo ni nada de eso. Soy un chico, soy un adolescente, como ustedes.

Suspiré pero tampoco dije nada.

—Hasta con vos que sos la nueva no me dices nada. Intento abrirme.

—Thiago, soy nueva acá y no sé nada todavía. No tenés que forzarme, no lo hago de mala. Preguntale a los chicos, ellos te dirán.

—Ya te dije que los chicos nunca me dan bola. Y vos tampoco, y me estoy cansando de ser tan bueno con ustedes... —se levantó de la silla enojad, pero en ese momento le agarré de la mano.

—Eu... No te pongas así. Me fui por el tema de que no me gustan estos sitios, llevo encerrada en orfanatos y reformatorios toda mi vida y ya estoy un poco cansada, fue por eso por lo que me marché, nada más... Y de todas formas, me podés contar cualquier cosa. Sé que igual no soy de tu clase, y me conoces de hace poco, pero si necesitás algo, me tenés acá para desahogarte.

Thiago sonrió:

—Gracias —sonrió—. Por cierto, ¿necesitás contarme algo de tus papás?

Negué con la cabeza:

—Prefiero no hablar de esos dos turros, me abandonaron en la puerta de una Iglesia siendo un bebé. Si no me querían tener, deberían de haberse cuidado, pero está feo eso de que te abandonen.

Thiago me abrazó:

—Yo incluso teniendo papás, a veces me siento abandonado. Sé que no es lo mismo pero, a veces los mayores son tan estúpidos que no saben de verdad lo que quieren sus hijos, no los ayudan, no los cuidan, no los aman... Y eso duele. Si yo alguna vez soy padre, te aseguro que no les haré tanto daño.

—Al menos tenés a tus viejos a tu lado, aunque no te hagan caso, al menos no te hace tanto daño lo del abandono.

—Te entiendo, no sé que tipo de monstruo pudo abandonar a una chica tan linda como vos siendo un bebé.

Me puse roja:

—No soy tan linda...

—Sos... Sos hermosa.

Y cuando pude darme cuenta, los labios de Thiago estaban a milímetros de los míos. Me miraba fijamente... Yo empecé a temblar.

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⏰ Last updated: Mar 17, 2020 ⏰

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Amor, Una Historia ThiaguellaWhere stories live. Discover now