EL RECUERDO QUE AUN PERDURA

5 1 0
                                    

En algún lugar, en lo profundo de la selva, existía una pequeña niña que sonreía y vivía cada día como los niños de su tribu solían hacerlo, con sonrisas, corriendo de un lado al otro, con un sentimiento de libertad y felicidad que incluso ellos ignoraban.

Aquella niña solía visitar muchos lugares de la selva, ella tenía una gran conexión con la naturaleza, y había animales que ya la reconocían y no le temían, incluso a veces la acompañaban a su próximo destino. Y de entre todos aquellos destinos que le gustaba frecuentar, su lugar favorito era el río Achachic, en él podía ver siempre un lindo paisaje, lleno de vida: Aves que cantaban, enormes felinos y muchas clases diferentes de peces y objetos raros que aparecían cada vez con más frecuencia en el agua. A veces algunas criaturas tenían problemas con estos objetos, pero ella siempre ayudaba cada vez que podía, y las cosas por lo general siempre terminaban bien.

Un día cualquiera, la niña se puso a pensar con mucha más intensidad en aquellas cosas que ya tantas veces veía flotar y causar problemas. Al principio se sentía fascinada, pero pensó que, si ahora causaba tantos problemas menores, en el futuro podía ser una molestia mayor.

En lo que se encontraba pensativa, el jefe anciano de su tribu se percató de ella y se acercó para sentarse a su lado y ver la belleza del río, juntos.

¿Qué haces aquí pequeña? Exclamo el jefe anciano, mientras notaba en su rostro una ligera inquietud ¿Acaso admiras el paisaje?

Si, gran jefe ─ Dijo con respeto ─ No dejo de preguntarme, que son esas cosas que flotan en el río, no aparecen mucho, pero cuando lo hacen, traen problemas y solo puedo preguntarme de dónde vienen y qué son.

El jefe anciano comenzó a admirar el paisaje, desde el río hasta el más mínimo detalle en los árboles y nubes, con una mirada nostálgica y un suspiro de paciencia.

¿Sabes, pequeña Kori? ─ Habló el jefe anciano, con una ligera sonrisa en su rostro ─ El paisaje es hermoso el día de hoy, no puedo imaginar un mejor momento para salir y recorrer cada rincón de nuestro hogar.

¡Lo mismo pienso, gran Jefe! ─ Dijo la niña al sentir la sonrisa del anciano.

¿Qué pensarías si te digo que este paisaje puede lucir aún más hermoso? ─ Mencionó el jefe anciano, mientras dirigía su mirada a la niña y le señalaba con su brazo todo lo que les rodeaba ─

En ese instante el Jefe anciano comenzó a describir cada detalle de un pasado muy lejano, donde las arrugas eran reemplazadas por curvas tersas. La niña se percató de la importancia en su anterior sonrisa y con eso en mente, no pudo evitar imaginar el mundo que el anciano Jefe le mencionaba y expresaba con tanta vida.

Hace mucho tiempo, en este mismo lugar, un niño con muchos sueños y energía venía a visitar el rio con frecuencia, en ese entonces, este era un lugar diferente, con muchos más árboles, aguas limpias y animales que ahora no veo desde hace tanto; pero el niño no sabía que eso podía cambiar. A aquel niño le gustaba bañarse aquí y sentir la corriente del rio avanzar tranquila y perpetua; ver el cielo y las nubes avanzar mientras tu solo flotabas sin preocupaciones, era algo maravilloso. Pero un día, algo nuevo arribo en las orillas de este hermoso lugar, y no estaba solo, traía muchos amigos... no tenían vida, eran cosas, y esas cosas estaban por todas partes, el niño hasta entonces nunca había visto algo parecido, y nunca nadie le había mencionado que algo así pudiera existir. Al principio el niño solo se dedicó a coleccionar los objetos, cada uno diferente al anterior, lo hacía por diversión, aunque luego se propuso despejar las aguas para que los demás animalitos pudieran nadar libremente; pero pronto descubrió que tenía que hacerlo por un motivo más fuerte. El río que tanto amaba, una mañana apareció completamente cubierta por esas cosas, eran tantas que aquel niño rebosante de energía, tuvo pereza de limpiar el río y decidió simplemente visitar otro lugar, ya no era divertido.

EL RECUERDO QUE AUN PERDURAWhere stories live. Discover now