El Médico de Poveglia.

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La histórica y milenaria ciudad de Venecia se caracteriza por ser uno de los más grandes atractivos turísticos de Italia, siendo visitada cada año por miles de personas provenientes no sólo del extranjero sino también de todos los rincones del país. Kojiro Hyuga, delantero del Reggiana en la serie B y de los Samurai Blue, había aprovechado algunos días de descanso que tuvo en su equipo para hacer un viaje de placer por esta antigua y maravillosa ciudad.

En el segundo día de su estadía, Kojiro decidió hacer un paseo por el Lido de Venezia, una franja delgada y alargada de tierra que separa el mar Adriático de la Laguna de Venecia, aunque a decir verdad el Lido era en sí ya una isla pues sus extremos a lo largo se encontraban separados del resto de la península de la ciudad. Al llegar a la isla, el delantero caminó largo rato por toda su extensión, admirando las antiguas casas, calles y puentes andando por un largo rato sin detenerse hasta que llegó finalmente a un pequeño muelle que se extendía, oculto de la avenida principal, sobre el lado de la laguna y en donde al parecer se ofrecían paseos en lancha.

Hyuga se quedó por un momento admirando las aguas tranquilas del mar que reflejaban en ese momento los rayos incandescentes de sol, para luego desviar su mirada hacia la extraña isla de Poveglia, la cual se hallaba frente a sus ojos con su impresionante edificación, destacando esa gran torre en medio de los árboles y la naturaleza que la rodeaba y que era muy famosa por su lúgubre historia. Justo en ese instante, Hyuga se percató que había un grupo de turistas reunidos en el borde del muelle los cuales miraban con interés hacia el mar y la isla al tiempo en que escuchaban atentamente a un guía turístico que se encontraba mirándolos a ellos y de espaldas al mar, señalando la isla y narrando su historia. Quizás por curiosidad, quizás por aburrimiento, Hyuga decidió acercarse al grupo para escuchar parte de la narración.

— Se dice que en la isla murieron más de ciento sesenta mil personas en la época de la peste negra y que no es totalmente conocido el número de las que murieron torturadas en el hospital psiquiátrico —narraba el guía en ese instante—. Por lo que después de tan atroces crímenes, la isla quedó maldita y quien se atreva a pisar sus tierras podrá sentir de inmediato la presencia de estos pobres seres que claman venganza e incluso en algunos casos hasta pueden llegar a ver a alguna de las miles de almas que rondan por ahí. —finalizó la explicación el hombre.

— ¡Bah! —exclamó Kojiro con cierta arrogancia, en cuanto el hombre terminó con su relato—. Puros cuentos para asustar a la gente.

— Supongo que usted no cree en las leyendas —le dijo el guía al japonés.

— Creo en la historia que sucedió ahí —respondió Kojiro, con mucha tranquilidad—. Pero de eso a que anden diciendo que espantan y que hay seres espectrales matando gente, pues no, eso no lo puedo creer.

— Bueno, pues esperemos que jamás tenga que averiguarlo por su propia cuenta —comentó el guía, en tono burlón—. No querrá toparse con "La entidad o doctor de la Plaga"—agregó haciendo referencia a un supuesto ente que aterrorizaba dicho lugar.

—Ésos son cuentos para atraer a las personas que gustan de ese tipo de lugares —manifestó Hyuga, sin inmutarse y restándole importancia al asunto.

En ese momento, el delantero miró hacia la torre que se alzaba en la isla y por un instante le pareció ver que algo brillaba desde esa edificación, pero de inmediato lo descartó pensando que había sido sólo su imaginación pues se encontraba demasiado lejos como para ver algo similar, además del hecho de que sabía muy bien que todo ese complejo se encontraba completamente abandonado.

"Debió de haber sido el reflejo de algún objeto brillante que le pertenece a alguno de estos turistas, de seguro relució con el sol en un ángulo adecuado para que diera ese efecto", pensó el japonés.

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