La situación en Forks se descontrola.
Los lobos y los vampiros siguen si tener una buena relación, pero todo debe cambiar. Un peligro mayor se acerca y todos deben unirse.
¿Podrá Ebonee mostrar de lo que es capaz ?
¿Aceptará a Jasper de nuevo?
Todo estaba oscuro, sentía frió y unas ganas de correr. Ni siquiera era capaz de ver mis propios pies. Sin embargo, sentía que la superficie donde me encontraba no era el duro suelo, parecía como si andará sobre la hierba mullida.
En el cielo, las nubes parecían irse lentamente dejando ver una luna grande, blanca y llena. Su intensidad era tal, que me permitía ver tenuemente el lugar donde me encontraba.
Parecía un prado, amplio repleto de hierba alta, al fondo podía observar el principio del bosque. Un bosque diferente a los que estaba acostumbrada en Forks. Uno que jamás había visto...
En algún momento deje de sentir frió, solo sentía tranquilidad. El silencio y el paisaje era algo apaciguador. Era precioso estar allí era como estar en casa, hacía mucho tiempo que no me sentía así.
Del cielo comenzó a caer nieve tan lentamente que me pregunté cuánto pesaría un copo de nieve. Estiré mi mano en intento de atraparlos, era extraño. Algunos volvían a subir hacía el cielo y otros caían al suelo. Aquello no podía ser nieve. Era algo más ligero.
Algunos de aquellos"copos" comenzaron a arremolinarse en mi mano y empezaron a brillar, me recordó a las luciérnagas.
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Sentía paz, tranquilidad y a la vez me sentía con la energía suficiente como para correr una maratón. Estaba eufórica sin saber por que, me dio por reír. Si hubiera alguien en aquel prado seguro que pensaría que estaba loca. Pero era algo que no podía evitar. Aquellas luces me hacían cosquillas al contacto con mi piel.
Después del accidente de mi madre, hacía mucho que no me sentía así. Mire a mi alrededor observando como seguían cayendo aquellas luces tan bonitas y a la vez extrañas. Di vueltas sobre mi misma para ver con claridad aquel pasaje. Seguía sin recordarlo, pero a la vez era familiar, como si ya hubiera estado allí más de una vez.
Sonreí y levanté los brazos mientras veía como aquellas luces que habían estado cayendo del cielo volvían a subir, brillando más intensamente... si aquello era posible.
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Aquel espectaculo era precioso y digno de ser observado. Aquellas luces me envolvían y sentía el calor que desprendían, un calor agradable casi como un roce. En cuanto las luces entraron en contacto conmigo, un destello brillante me cegó...
-¡A desayunar!
Abrí los ojos por la sorpresa y por el gran estruendo que me hizo saltar de la cama. TODO, absolutamente todo estaba en el suelo: la ropa, mis libros, las sábanas, hasta el escritorio estaba tumbando en el suelo, junto con el armario...
No es que fuera muy ordenada, pero aquello parecía una verdadera pocilga.
Mis ojos casi se salen de su sitio al ver tal desastre. ¿Cómo diablos iba a ordenar todo aquello? Y peor aún, ¿como haría para que mi padre no lo viera?
-¡Ebonee! ¿Estas bien? ¿Que ha sido ese ruido?
-¡Nada! -mentí- me caí de la cama...
Necesitaría dos vidas para ordenar todo aquello. Pero, como...¿como había ocurrido aquello? Para empezar, estaba durmiendo... ¿no?
Sacudí la cabeza alejado aquellas preguntas. El despertador no había sonado y ya iba tarde a clase, supongo que recoger aquel desastre tendría que ser más tarde.