El nacimiento de un principe

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Eileen Prince estaba loca.

El ministro de magia miraba a la antes respetable mujer atada a la silla de contención, con una sonrisa fría en sus rasgos.

"Hm-hm" tosió el ministro, llamando la atención de todos "Eileen Elizabeth Prince, esta aquí por los cargos de asesinato, conspiración y acusación de ser partidaria de grindelwald ¿cómo se declara?"

"Culpable" su sonrisa siquiera vaciló.

Algunos de los presentes pasearon incrédulos, otros endurecieron sus caras.

"B-bien" su conmoción era tan grande que apenas podía hablar "sabe que será castigada verdad"

"Lo hago"

"Y sabe que, debido a la gravedad de sus actos, su destino depende de nosotros ¿verdad?"

"No me arrepiento" los pocos que no habían sido sorprendidos perdieron la compostura "Gellert grindelwald debería ser amo y señor de todo y todos ¡algún día resurgirá y los matará! ¡y me recompensará gratamente por haberle sido fiel todos estos años! ¡SALVE GRINDELWALD!"

"A favor del beso?" Dijo una mujer en el costado derecho.

Casi más de la mitad de los miembros levantaron sus manos, casi.

"A favor de azkaban?"

El resto levantó sus manos, solo por dos votos de diferencia.

"Eileen Prince, queda condenada en la prisión de azkaban en máxima seguridad por el resto de sus dias" y con un golpe en su estrado, la orden fue oficial.

La sonrisa de la mujer nunca vaciló, ni siquiera cuando se la llevaban, ni siquiera cuando miles de reporteros tomaban fotos y ansían preguntas, ni siquiera cuando los guardias la dejaron en su celda y se fueron mientras la insultaban.

Nunca

~E~P~
N

o pasó mucho tiempo para que ella se volviera completamente loca.

El primer año estuvo bien, su aislamiento lo pareció molestarle en absoluto.

Pero al segundo? Fue como si algo de repente se rompiera y la mujer que era ya no estaba allí.

Gritaba casi todo el tiempo, se reía sola y sacudía las rejas de la celda como si no fuera un mañana.

Y lo peor de todo fue la canción.

"Oh mi amor, mi amor~ yo aquí te espero~ donde estas mi amor~ oh mi amor mi amor~"

Los guardias se volvían locos, cada vez que los guardias iban y llevaban su comida, ella se ponía a cantarla más fuerte y nunca apartaba la mirada.

Los encargados de la prision pensaron que sería mejor que el encarcelamiento aislado terminara y pusieran a algún compañero de celda,  para que ella se callara y los dejaran en paz.

Pero cuando propusieron la idea al ministro, este le dijo un rotundo no, ya que si ella estaba sufriendo era porque se lo merecía y no devia ser aliviada de ninguna manera.

Y así, los pobres guardias se vieron obligados a vivir con aquella mujer durante casi un año completo, aguantando sus horribles cantos y gritos.

Hasta que...

~E~P~

Ella solo quería a alguien a quien amar.

Era tanto pedir?

Queria a alguien fuerte, inteligente y despiadado, alguien con quien formar una familia, alguien que la ame.

El beso de dementor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora