Capitulo 2: Máscara

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Últimamente he pensado y me he dado cuenta que, entre otras cosas, mis emociones no son más que una mascara que ocultan mi verdadero ser, uno apagado, desinteresado por las circunstancias que transcurren a su alrededor y que poco y nada le importa su entorno.

No digo que sea incapaz de llorar, de reír, sino que las emociones duran mas bien poco, y que luego de un tiempo mi vida se transforma en un sin sabor donde solo cabe preguntar ¿por que?

La verdad no sé bien. Quizás he vivido tanto en la melancolía que los pequeños ápices de felicidad se vuelven fugaces y volubles a un desaliento existencial que se alimenta de mis emociones. Ni la mismísima tristeza escapa de este agujero negro que devora todo a su paso. Solo existe el vacío, nada más.

Recuerdo escuchar en Daria que su madre le dice algo así como que 'dejara de usar esa mascara pues luego esa mascara será su verdadero ser'. Haciendo referencia claro a sus emociones y carácter sínico. Es lo único con lo que hago relación mi sin sentir.

Aveces discuto con mi madre, aveces con mi padre, ninguno me importa al cabo de 5 segundos. Aveces siento rabia, aveces rompo en llanto sin razón alguna y de igual modo, como si estuviese en mi alguna especie de interruptor que apagase mi ser de forma automática, mis emociones se desvanecen en lo que se traduce a mirar al techo, la pared o a la eterna oscuridad de mi cuarto y no pensar en nada.

Veo a gente a mi alrededor y me pregunto como es que ellos pueden permanecer felices tanto tiempo; no niego que en la privacidad sientan dolor y angustia, que sus vidas sean imperfectas y repleta de falencias, pero envidio esa capacidad de sonreír tanto tiempo, de transmitir pese a lo que sea que suceda en sus vidas positivismo y ser capaces de alegrar los rostros solemnes de sus compañeros. No lo entiendo, los envidio; realmente detesto a esa gente por tener algo que yo no puedo emular pese a mis esfuerzos que se consolidan como un nada.

Pero ¿que importa?

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