Capítulo 8

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Por fin.

Por fin lo conocía. Por fin podía llamarlo por su nombre. Por fin podría saber si podría llegar a quererme.

Cada recuerdo supo desvanecer el compuesto que formaba un intenso sol.

Si un día vuelvo, si un día veo, si un día me atrevo, a mirar desde fuera a dos jóvenes enamorarse, es probable que algo estalle dentro de mí.

Mirar de nuevo, el cemento y el ladrillo que escondió promesas de manos fugitivas, palabras ardientes que quemaban como el fuego, algo se romperá. Quedaré más quebrada de lo que ya estoy.

Al abrir los ojos, esa madrugada, tenía tu fragancia vagando en mi habitación.

La cicatriz de tu mejilla izquierda y el lunar de la mejilla opuesta, quisieron acompañarme por el resto del día.

Había un pequeño problema que borraba la alegría de poder acariciarte, y es que te ibas. Te ibas aquel día, aquella tarde y pronto mis sueños, que un día casi se vieron cumplidos, comenzaban a alejarse con paso ligero.

Había convencido a mis padres de quedarnos quince días más, para poder pasar junto a ti el resto del verano. Sin embargo, ya nada tenía que hacer, porque no había tratamientos para la distancia.

Me vestí, hice la cama mientras en el móvil de mi prima sonaba la canción de Love Me Like You Do de Elle Gouldgin.

Daniel se quedaba a comer aquel día, por lo que Vicky y Vero se fueron con mis padres a comprar el pan. Yo me quedé viendo la televisión, con Jacob, mientras poníamos la mesa y el enano jugaba con el móvil de mi primo.

-El chico de ayer es el que te gusta ¿no?- dijo entonces el pequeño.

-¿Qué?-me sorprendí.

-Poul se llama ¿no?

-Sí.-me vaciló mi primo de un año menos. Entonces lo amenacé con la mirada.

-Pues es guapo.-comentó el niño de cinco años.

-Tampoco es para tanto.-continuó Jacob.

-Es muuuyyy guapo.-aseguré yo.

-Es del montón.

-Del montón para arriba.

-Del montón para abajo.

-¡No te lo crees ni tú!-me ofendí. Él se rió.

-De todos modos no lo vais a volver a ver. No sé por qué os hacéis tantas ilusiones, si ya tendrá novia en gabacholandia.

-Tu tío, es gabacho.-le corregí.

-Lo sé.

Se hizo el silencio entre nosotros un momento, que era constantemente interrumpido por el sonido de La Que Se Avecina.

-Esto no es apropiado para el crío.-observé.

-Tu cara tampoco y nadie te dice nada.-me vaciló.

-¡Oye!-me quejé.

-Oyeee...-me imitó burlón.

Entonces se abrió la puerta, entraron corriendo mi prima y mi hermana.

-¡¡¡Vaneeee!!!-gritaron al unísono.

-¿Qué?

Se miraron sonrientes.

-Lo hemos visto tía. Está aquí. Se queda hasta que su hermano se vaya.-respondieron.

Miré a Jacob desafiante. Que no lo íbamos a volver a ver ¿eh?

Dibújame el marWhere stories live. Discover now