A las 12 de noche de un viernes dos hombres se encuentran fumando al lado de un motel de carretera.
—Esta semana he sacado 5 mil dolares. Deberías trabajar conmigo. Hoy por ejemplo he conseguido 1500 y lo mejor es que ni siquiera me lo esperaba. Estaba en una gasolinera y después de llenar el depósito he ido a comprar unas patatas y un refresco. Entonces un tio con gafas de sol rayban, ya sabes, esas tan caras, ha entrado para pagar. Y no te lo pierdas, el tio saca del bolsillo un fajo de billetes de la hostia. En ese momento me empezaron a brillar los ojos, te lo juro por mi vida, y empiezo a pensar si sacar la pistola ya o esperar un poco. En lugar de sacar la pistola miro a través del cristal para buscar su coche y adivina qué es lo que veo.
—¿Qué ves, tio?—contesta su amigo entre risas.
—Veo a otro tio de copiloto con un puto maletín en la mano en un puto Land Rover. Así que no me lo pienso, dejo que pague su gasolina y cuando está volviendo al coche le saco la pipa y le apunto en la cabeza. Le digo "despacito conmigo, soy capaz de todo, continúa caminando" y vamos hacia el coche, y cuando está dentro con la puerta abierta le digo "dile a tu amigo que me de el maletín que tenía en sus manos".
—¿Y no se resistió? ¿Te lo entregó sin más?
—No tio, siempre se hacen los héroes. En ese instante el tio me mira y me dice "no sabes con quien te estás metiendo, será mejor que guardes la pistola, regreses a tu coche y olvidaremos lo sucedido" y le digo "dadme el maletín si no queréis pintar el coche de rojo por dentro". Me lo dieron, les dije que se marcharan y después de conducir un rato conseguí abrir el maletín.¡Y voila! 1500 dólares en billetes de 5.
—¿Y ahora toca celebrarlo?
—Sí, he llamado a unas putas. Quedarán unos 5 minutos para que vengan.
Los dos hombres se fueron al motel, preparados para darse un festín de tetas. Habitación 32.
—Hoy no vamos a celebrar que haya ganado tanta pasta, si no que vamos a celebrar que por fin, entras en el negocio.
—Oye, voy a entrar al lavabo, quiero estar preparado para la ocasión.
—Oh, vamos, a las putas les da igual lo que aguantes en la cama. Con todo este dinero tengo el poder de eliminar prejuicios.
—Lo sé, de todas formas voy a prepararme.
—Como quieras—dijo mientras encendió la televisión de aquella habitación tan cutre.
Puso el canal porno, abrió una botella de champán y fue a encenderse un puro, pero entonces llamaron a la puerta.
—¡Las putas han llegado!—gritó el hombre mientras abría la puerta.
Entraron tres chicas, una rubia, una morena y finalmente una pelirroja.
—¡Hola guapetón!—dijo la rubia empujándolo a la cama.
Rápidamente se acercaron la morena y la pelirroja.
—¡Tú! La morena. Me pones muchísimo.
—¿Yo?—preguntó la morena.
La chica se le acercó para quitarle los pantalones y encontró una pistola en uno de los bolsillos.
—¡Uy! ¿Has sido malo? ¿Te has portado mal?—volvió a preguntar la morena.
—Sí, soy un chico muy malo.
—¿Sabes lo que le hacemos a los chicos malos?—dijo la rubia apartándose, dejando ver cómo la pelirroja se bajaba un poco el escote.