LAS TRES HERMANAS

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Aburrida, Aglaya, recostada bajo la sombra de un Olivo contemplaba cómo el suave viento de primavera movía los delicados pétalos de una pequeña y delicada dalia. A veces, su vista se alternaba en el riachuelo frente a ella, otras veces en el cielo en el cual observaba cómo las aves planeaban majestuosas por Edén, no obstante, cuando escuchaba la hilaridad de Talia y Eufrósine, su vista volvía a concentrarse en la flor.

Fue la repentina presencia del silencio que hizo que Aglaya levantara el rostro de su ensoñación.

De entre las Magnolias, un hombre se acercó hacia las tres hermanas. Eufrósine fue quien se dirigió hacia él primero.

- ¿Quién es usted?

El hombre, desnudo, contempló con ojos maravillados a cada una de las hermanas y respondió:

- Arsenio.

No fue suficiente esa contestación para Aglaya, así que se levantó de la hierba y con elegancia y sensualidad se acercó hasta Arsenio.

- Arsenio - pronunció su nombre con tanta suavidad y lujuria que Arsenio por poco cae de rodillas a sus pies con devoción.- ¿Sabes dónde te encuentras? ¿Con quién hablas?

Al escuchar esas palabras, Arsenio salió de su propia alucinación y miró hacia la hierba sin atreverse a contemplar nuevamente esos rostros esculturales, de una voluptuosidad intimidantes. Abrió la boca para contestar, pero de ella no salieron mas que suspiros.

Aglaya claramente divertida, se apartó del hombre y se colocó delante de Talia y Eufrósine, junto al Olivo mientras tarareaba una melodía de una forma jovial y placentera. Fue esta vez suficiente ver su mirada para saber en qué pecado había caído aquel hombre. Eufrósine movió la cabeza en negación, ya era el cuarto hombre que se había aparecido en su jardín secreto y que había caído por ellas. Sin embargo, no podía culparse, sabía que sus hermanas y ella eran de una belleza resplandeciente, casi mortal, por lo tanto Eufrósine solo lo miró, se alejó y sonrió.

Arsenio, cayó. 

Sintió vergüenza por primera vez, se miró y descubrió que estaba desnudo. Encontró la envidia y la malicia en su corazón. La lujuria lo ahogó y la perversidad mató lo más puro de su alma. Arsenio había caído, había caído por las tres hermanas de la lujuria y la belleza. Fue expulsado de Edén y nunca más volvió a apreciar al viento corriendo entre las hojas de los árboles o escuchar el hermoso sonido que producían los animales del bosque.

Su vida se volvió en un ir y venir. En un suplicio constante. En un camino sin rumbo, sin paraíso, sin corazón, porque las hermanas se lo habían robado. Lo sedujeron, lo tomaron y lo guardaron.

Han pasado más de 100 años y las hermanas Aglaya, Talia y Eufrósine siguen robando la pureza de las personas y lanzándolos fuera del Edén, a cada uno que encuentra su jardín secreto. 


- Andrea

LAS TRES GRACIASWhere stories live. Discover now