-No, no y no-repetia la chica al chico de cabellos cafés.-Morgana se va a enfadar cuando no me vea a las tres de la tarde, es la hora en la que decide tomar el té, por favor Joan, no quiero Problemas.-agachó la cabeza pero de una manera dulce el chico la levantó le dio un beso en la frente y le dijo;
-Ella te hace vivir en un orden que no es sano para ti, te está destruyendo, Shada.-la chica apretó los ojos conteniendo las lágrimas.
-Ella me quiere, a su manera lo hace. Se que aveces es cruel... bueno siempre es cruel pero en sus días bueno es encantadora... es como mi mamá.-Murmuró la chica pensando que el joven no la escucho pero obviamente si lo hizo, sintió un nudo en su garganta que ya no le permitió hablar.
-Alguien debería de mostrarte la maravilla de la vida, Shada-.le dijo el joven con tanto cariño mientras tomaba sus manos y les daba un suave apretón.
Ella se sentía protegida con el, así que no dudo en responderle algo que de seguro después se arrepentiria pero en ese segundo, en ese minuto, en su momento no se arrepentiria.
-Entonces muestrame Joan, muestrame la maravilla de la vida-.y sólo bastó un pequeño beso para saber que estaban juntos, como si esa hubiera sido su promesa.
*-*-*-*
Ya eran tres años desde su partida y cada vez se sentía mas frío, como si el se hubiera llevado todo lo cálido con el, incluso el amor, quizá muchos dirían que era un amor de adolescentes y que pronto lo olvidaría, pero no ella le quito su vida el al fijarse en ella lo condenó, como una maldición, lo amo, claro que si. El marco de una forma hermosa su vida y ella sólo le trajo tragedia quizá si ella no uviera murmurado aquellas palabras quizá el estaría vivo, pero ese quizá se queda en un no existe, no pasará.
Aquí se encontraba una vez más, ahora era un tercer año, dejo las hermosas flores rojas en la lápida y una azul que venía en medio de todas las flores que eran del mismo color, siempre fue su color favorito el rojo y el de ella era el azul, quizá se debe a que el cabello de Shada es rojizo y el lo amaba, amaba el color y lo lacio y largo qué estaba y el de ella era el azul como el día en el que se conocieron, era un día demaciado azul pues parecía que se vendría una tormenta pero eso no le quito lo hermoso del color azul.
Se sentó aún lado de la lápida y dejo un beso en ella.
-Con este día se cumplen tres años desde que te marchaste, desde que yo te arrebate tu vida, ojalá jamás te uvieras fijado en mi. Me enseñaste la maravilla de la vida, me enseñaste a amar, a amar cada parte de ti, me mostraste que como ahí dias oscuros, también ahí días llenos de vida. Me amaste a pesar de toda la mierda que llevaba sobre mis hombros, sobre el desastre que era mi vida. Te conté cada detalle de mi corta vida pensando qué te marcharias pero sin embargo me tomaste la mano y me susurrabas al oído que no te irías que te quedarías conmigo. Quizá siempre sentiré ese vacío de querer decir más pero siempre digo lo mismo, jamás estaré satisfecha con esto, prometo cuidar de tu familia, si no pude protegerte a ti, por tu familia lo haré. De verdad te amo como nunca eh amado a alguien, lamentó ser la desgracia de lo que fue tu vida. Gracias por amarme y aceptar el desastre que era y que soy, también lamentó estar decepcionando la promesa que te hice pero no quiero que nada malo les pase. Adiós Joan, prometo volver.
Sin más se levantó y limpio sus lágrimas jamás podría perdonarse lo sucedido, puso sus manos sobre sus rodillas intentando tomar aire, pero no podía contener el llanto.
-¿Qué carajos haces en la lápida de mi primo?-Pregunto con notable enojo una voz que ya había aprendido a reconocer, se limpió de manera rápida las lágrimas y rápidamente enfocó al sujeto, Dylan.