La Esquina

3.5K 0 0
                                    

"Siempre es levemente siniestro volver a los lugares que han sido testigos de un instante de perfección"

          Es cierto mi querido Sabato, pero, ¿Qué sucede cuando el mismo lugar ha sido testigo de varios instantes de perfección? Eso pasó por mi mente cuando decidí volver a esa cuna de recuerdos al que las personas reconocen como Centro Comercial Esquina o más aún como La Esquina. Tras comprarme dos libros de Zafón me senté y pregunté, ¿Qué dirían las paredes de este lugar si pudieran hablarme?

          No recuerdo la primera vez que vi a ese chico, pues por ahí en el 2010 me encontraba concurrido por toda o casi toda la población de Cumbaya que anelaba un poco de diversión. No obstante, antes que cayera la noche, el aire pegando en mis paredes y el sonido del agua cayendo de una sencilla fuente eran mi única compañía. Por consiguiente recuerdo a un chico de trece años, con el pelo largo y sin tatuajes todavía, esperando a quien sería su primera cita quién para no exponerla la llamaremos como K. Escogiste este lugar pues siempre te llamó la atención un lugar sin techo, donde habitaba el silencio y se podía apreciar la claridad del día y la obscuridad de la noche. No recuerdo bien si por llegar temprano o por la impuntualidad de la chica, la cita se llevó a cabo una o dos horas más tarde. Vaya que debió ser tu primer amor como para esperarla tanto, pero lo comprendo pues K lucía radiante. Ella llevaba una chompa azul la cual a propósito no cubría sus hombros, lo que a ti te volvió loco. Su pelo caía libre sobre sus hombros deslumbrando color café claro, que a veces lo veías un poco rojizo. Su mirada mostraba mucha ternura e inocencia, pero guardaba una gran presencia de coqueteo y sensualidad. Como siempre o como casi siempre, las citas de infantes nunca concluyen con un beso ni con una insinuación a una próxima cita, pero saliste muy feliz, pues uno a esa edad se conformaba con muy poco. Claro está que nunca más volverían aquí y que su primer beso resultó un año después en una fiesta donde se hallaba justamente la segunda chica que trajiste a este mismo lugar.

          Un verano después, saliendo del campamento vacacional al cual acudías muy cerca de aquí, llegaste con una chica muy alta de pelo rubio llamada P. Como ha esa edad las citas de dos pequeños no estaban bien vistas por algunos padres, su excusa fue llevar a su prima con un amigo que habías invitado. Es curioso, pero en ese momento pensaste lo pequeño que era este mundo. Claro, su prima y tu fingieron que esa era la primera vez que se habían visto, pero sabiendo que una fiesta quizá por Febrero se habían besado sin acordar algún compromiso posterior. En fin, nadie contó nada y la cita se dio tal como se había planeado. La llevaste a un lugar más cómodo y por primera vez se dieron un pequeño e indefenso beso, siendo para ella su primer beso y el último que se darían. Claro está que al día siguiente su prima había contado todo y eso terminaría su amor de verano. Tiempo después la verías en posteriores fiestas donde ambos ignoraban lo que habían tenido y ahora simulan llevar una grata amistad.

          Quizá tres años después, tras traer a varias chicas de las cuales no vale la pena mencionar, llegaste con una de apariencia inocente, que de inocente no tenía nada. Su piel era muy blanca, un contrastaba ideal para su pelo negro y sus ojos rasgados. Con dificultad recuerdas haber ido a una fiesta donde conociste a una chica que te dejó impresionado por su conocimiento en arte y literatura. No obstante, los jóvenes a esa edad salían temprano de las fiesta y como cenicienta se fue antes que el reloj marcara las cero horas del siguiente día. Tu torpeza impidió que pidieras su número, por lo que solo contabas con que se llamaba Ka y estudiaba en un colegio llamado Los Pinos. Tras un severa búsqueda en Facebook creíste haberla encontrado, pues la vaga silueta y los escasos datos que poseías parecían coincidir. Por tanto, una tarde de colegio te armaste de valor y decidiste escribir sin estar seguro si era la correcta . En fin, parecía que no era aquella chica o al menos no recordaba haber hablado contigo. Pasaron quizá un par de años y justamente un 5 o 6 de Julio acudiste a una fiesta para festejar tu cumpleaños. Quizá su hermosa y delicada espalda te atrajo y mientras se encontraba bailando preguntaste su nombre. Cosa curiosa que resultó ser la misma chica que tiempo atrás habías escrito. Sin alargar mucho el cuento, te negó el primer intento de beso, mas el segundo aceptó como si el primer rechazo fuera parte de un protocolo. Tras un tiempo juntos te animaste a pedir su número y se despidieron sin saber que se volverían a encontrar un año después. Pasado ese tiempo por razones que ahora resultan irrecordables, llegaste con Ka y caminaron hasta llegar a un asiento. Por protocolo se negó a darte el primer beso, pero el segundo fue quizá el beso que más recuerdas haber disfrutado. Ese beso carecía de toda intensidad y pasión, pero su delicadeza y con la lentitud que se acercaban sus labios hizo de ese momento inolvidable. Tanto así que más de un poema llegaste a escribir. En fin, la cita terminó con una cena romántica en un restaurante de comida libanesa, ambos sospechando que podía aproximarse la formación de una pareja. No obstante, los mensajes no llegaron o no fueron correspondidos y no se volvieron a ver hasta el primer día de la universidad, donde solo el recuerdo seguía vigente.

        No mucho después, llegaste con una chica quizá uno o dos años menor a ti, de pelo oscuro y ojos verdes, un contraste alucinante a la vista. Tenía la voz dulce pero temblorosa, como quien teme decir lo que siente. Por tu parte, ya contabas con al menos tres tatuajes en tus brazos. Para tu sorpresa, llegó con un bebé robótico que si o si tenía que acompañarlos. Resultaba muy curioso cómo las personas veían a dos jóvenes que no presumían más de 18 años, cargando un bebé entre sus brazos. Claro, no todos vivieron el infortunio de cuidar a un robot para aprobar una clase, pero a ti me resultó algo divertido e interesante. En fin, se sentaron cerca de la pileta y un extraño señor quien se presentó como Árabe, interrumpió su conversación. Decía que su sueño era crear un diccionario español - árabe y procedió a regalarles un papel con sus nombres escrito en su idioma. Cabe recalcar que escribió Alizia y no Alicia, por lo que dudaron que supiera mucho de ortografía. Tras una larga conversación en varios idiomas, se despidió amablemente y siguió buscando jóvenes a quienes mas interrumpir. En fin, antes de despedirse le entregaste tu chompa de cuero negra asegurando que se volverían a ver de nuevo. Y efectivamente, semana tras semana se encontraban en estas mismas cuatro esquinas buscando algo de romance. Entre los más importante, encontraron muchos lugares ocultos donde podían besarse sin la presencia de terceros. Entre lo más bonito, le regalaste una bufanda de lana negra y blanca, y ella un gorro de la misma textura de color gris. Ella lo usaba como cobija para su peluche de búho y tu no dejabas de usar ese gorro ni en los días más soleados del verano. Al fin y al cabo, los dos buscaron cosas distintas, ella una relación sería y tu una excusa más para no estar en casa. Como siempre o como casi siempre, esos malos entendidos de formalizar la relación, terminaron con la misma y nunca más se volvieron a ver.

          Sin hacer mención a todas las personas que alguna vez acudieron conmigo a este lugar, podré responderte Sabato que: Resultará siniestro volver a los lugares que presenciaron un instante de perfección siempre y cuando se siga amando a esa persona. Tras un debate interno veo que quizá nunca me he enamorado en serio, seguiré aconsejando que nunca se enamoren de las personas, sino de los momentos. Deja que el momento sea perfecto y acude a su recuerdo cada que quieres saborear esos instantes de felicidad y pura pasión. No dejes de un corazón roto u odio eterno haga que esos momentos se destruyan y desees olvidarlos. Ahora, sentado en esta misma mesa donde me habré sentado con más de una persona, contempló cómo los niños que antes poseían mi edad, se alegran y gustan de empezar su vida amorosa en estas mismas cuatro esquinas.Suerte a ellos y quien sabe suerte a mi en una futura ocasión.

La EsquinaWhere stories live. Discover now