Halloween special: EL JUEGO

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Dame la caja, hijo. Eran otros tiempos, aunque Halloween no ha cambiado desde entonces. Esa foto es del primero que pasé con ellas, poco después de partirle la cara al desgraciado de Tuck. Yo también tenía problemas con los abusones en el instituto. Tú has tardado menos en ponerle remedio, pero yo aguanté como un estúpido hasta el último año porque mis padres me decían que había que poner la otra mejilla. Como tú, yo también me cansé un día y se las devolví todas juntas.


Esta es Amy, ¿guapa verdad? Esta de las gafas es Beth, y esta otra... bueno, esta gordita de aquí es Fanny. No te rías. Como te decía, le acababa de partir la cara a Tuck, y parece que eso le llamó la atención a Beth. Yo estaba enamorado de ella. O eso creía, a esa edad te enamoras fácilmente, y se te pasa igual de rápido, ya lo verás. La cuestión es que al día siguiente Beth me pasó esta nota en clase, y empecé a juntarme con ellas.


"¿Te atreves a jugar a EL JUEGO con nosotras?""¿A qué juego?""A EL JUEGO. Sé que tienes agallas. Lo vi ayer.""Vale.""La noche de Halloween. En la azotea del edificio Paraíso. Llama tres veces."


Ellas eran las raritas de la clase. Casi siempre iban con la cara llena de maquillaje blanco y se pintaban los labios y las uñas de negro, ya sabes. A mí me daba la impresión de que Beth no encajaba mucho con ellas, pero claro, por aquel entonces estaba enamorado de ella, así que mi opinión no era muy objetiva.


Yo iba disfrazado de vampiro. Bueno, ya has visto que no me trabajé mucho el disfraz; una chaqueta de cuero, la cara blanca, unos colmillos de mentira y un poco de sangre resbalando por la comisura. En la foto ya estaba más relajado, pero la noche empezó movidita.


No me costó entrar en el edificio, llamé a varios números del porterillo electrónico y con el "truco o trato" me abrieron rápido. Me monté en el ascensor y subí hasta arriba del todo. Habían puesto telarañas en el ultimo tramo de escaleras hasta la puerta de la azotea. Como me había indicado Beth, llamé tres veces.


Beth me abrió la puerta. Yo estaba temblando. No era miedo, estaba nervioso porque no quería defraudarle, quería causarle buena impresión porque para mí era como una primera cita. Además hacía un viento frío que pelaba. Me vendó los ojos y me guió lentamente. Me detuvo poco después y me hizo dar tres vueltas sobre mí mismo. "¿Preparado?" Me dijo. Yo asentí con la cabeza. Pero en realidad no estaba preparado para lo que pasó después. No creo que nadie pudiera estar preparado para eso.


Me dirigió la cabeza hacia el suelo, y me quitó la venda. "Elige. Rápido", me ordenó. En el suelo había dos flechas pintadas, una a la izquierda: "Salvar a Amy" y otra a la derecha: "Salvar a Fanny". Seguí las flechas con la mirada, y cada una llevaban a una cuerda diferente. Entonces miré al frente. Había una reja de seguridad para que la gente no se acercara a la barandilla de la azotea. Amy y Fanny estaban al otro lado. Las dos estaban subidas a la barandilla, amordazadas, con los ojos abiertos pidiendo clemencia, con las manos atadas delante suya y el cuerpo echado hacia atrás, en tensión, sujeto únicamente por una cuerda en forma de Y que estaba asegurada en la rejilla. Pero la unión de las tres patas de la Y era un anillo, como una pulsera, y había una vela encendida debajo que amenazaba con acabar con la vida de ambas.


Tardé en entender lo que estaba pasando. Amy y Fanny tenían cada una otra cuerda atada a la cintura que descansaba en el suelo de la azotea. A mi izquierda, Amy. A mi derecha, Fanny.

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