Introducción

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Otro día más que me despierto tarde. Creo que ya se ha vuelto costumbre.

De acuerdo ya, el maldito despertador no deja de sonar ¿O es imaginación mia? No, estoy con los ojos cerrados pero aún así puedo escuchar ese ruido molest- Esperen. No es el despertador ¿Qué rayos es? Ah de acuerdo, ya se que es,no, quién es, mejor dicho. Me di cuenta en cuanto dejó de chillar desafinadamente intentando imitar una alarma y acarició mi mejilla suavemente. ''Levantate vago''. Susurró en mi oído.

Me tapé con la sábana hasta la cabeza para que dejara de molestarme. Escuché que sus pasos se alejaban. ''¡Por fin!'' Exclamaba para mi. Sin embargo era obvio que no se daría por vencido tan fácilmente. Sentí como me cojían de los tobillos así que rápidamente me aferré a la cama. Comenzó a tirar y yo me agarraba más fuerte. Ya me veía venir esto, nunca me deja descansar algunos minutos de más.

Continuó tirando hasta que me mis brazos ya no aguantaron. Me solté y sentí mi cuerpo chocar contra el suelo. Estuve allí tirado un par de segundos hasta que me dió vuelta y quedé boca arriba mirando el techo. Se apoyó encima mio, colocando sus brazos en el piso a ambos lados de mi cabeza. Contemplaba su rostro a tan solo unos pocos centímetros. Sonrió y solo eso bastó para convencerme. -Buenos días, amor. -

Observé sus labios, tan perfectos como siempre, dulces y cálidos. Como sus manos, o el miel de sus ojos que emitían seguridad, protección y cariño. Aunque a veces se tornaban oscuros y se podía ver soledad y tristeza en ellos. A veces enojo, miedo, inquietud. En fin, estaban llenos de emociones. Hoy en ellos se veía algo que yo adoraba, amor.

Acercó sus labios a los míos lentamente. Cuando estuvo a punto de besarme se detuvo.

-Hoy no, es tu castigo por hacerme llegar hasta éste punto.

-¿No habrá beso para mi hoy?- Dije sarcásticamente mientras ponía cara triste.

-Tomatelo en broma si quieres, te quedarás sin eso y más si continuas de ésta manera.

Me ayudó a levantarme y quedamos frente a frente. Me sonrió otra vez.

-¿Qué?- pregunté al ver que me miraba muy atento.

-Nada, me preguntaba cual es tu secreto.

-¿Secreto?

-Claro, ese que tienes.

-No tengo ningún secreto.

-Ah ¿no? Entonces dime,¿Cómo es que puedes alegrarme cada mañana solo con esa mirada?- Me sonrojé. No dije nada, él tan solo me besó en la frente y se fue. Por mi culpa llegaba tarde al trabajo aún así no le importaba, se quedaba para despertarme.

Mi nombre es Hirosaki Hide, tengo 25 años. Y ésta persona que adoro tanto es Shirokawa Shin de 22 años, mi nov- ah, esposo.
Muchas veces olvido ese pequeño detalle.

No es demasiado tardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora