Edyel #1

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Todo salió absolutamente mal.

Después de una "plática" con mi padre y mis suegros decidieron que dormiriamos en habitaciones separadas.

-no lo puedo creer- murmuré entre dientes sacando mis cosas de mi maleta.

Edy se iba a cambiar de habitación pero mi papá literalmente nos obligó a cambiar eso, ahora mi habitación está exactamente enfrente de la de mi padre y la de mi novio al final del pasillo.

-te van a salir canas verdes si haces tanto coraje- mi novio me abrazo por la espalda acomodando su rostro en mi hombro.

-es que no es justo, nuestros padres exageran- dije dando la vuelta para mirarlo.

-se que parece muy "exagerado", pero tienen razón-

Qué qué What???

-no era el lugar indicado para hacer eso amor, nos ganamos la suspensión con justa razón- me acarició la mejilla.

-podiamos decir que estábamos estudiando anatomía- propuse con cierto toque de sarcasmo y burla.

La risa de mi novio resonó en la habitación a lo cual yo también le seguí.

-eres imposible Dani- me dio un beso en la frente tomando mis manos.

-pero así me amas- dije con ternura abrazándolo, pegando mi rostro a su pecho, así es, mi novio es más alto que yo y adoro eso.

Pero algo me llamó la atención.

-¿Y eso? - pregunté con una sonrisa al ver dos tiras en su cuello.

-mira- saco de debajo de su ropa ambos collares, el que era el complemento del mío, y uno que hizo que mis ojos comenzarán a llenarse de lágrimas- pensé que sería la mejor manera para no perderla- tomo entre sus dedos la pluma que colgaba de su cuello.

Lo abrace con fuerza, sin duda alguna a mi papi le agradaría mucho Edy.

-ustedes dos ya sepa...¿Hijo que tienes?- mi papá entro a la habitación y me separo de mi novio para tomar mi rostro entre sus manos.

-na...nada papá- respondí con una sonrisa secando mis lágrimas.

-¿Qué le hiciste cabron?- ahora volteó a ver a mi novio quien ya estaba cubriendo su rostro con sus manos.

-nadita señor lo juro- dijo con miedo.

-ya papá, no pasó nada- dije tomándolo por el hombro.

-mas vale que sea verdad- dijo y salió de la habitación.

-el me odia- el murmuró de Edy me hizo mirarlo.

Me acerqué a besarlo pasando mis manos por su cuello, mi cuerpo se estremeció al sentir sus manos tocar mi cintura y provocarme cosquillas.

-no te odia...solo es un tanto exagerado- le dije dejando un beso en su nariz

-¿Algún método para que me quiera?- me hizo un puchero.

-dale tiempo, te lo vas a ganar, de hecho mi abuelo Pancho me contó una vez que el no le gustó mucho la idea de que mi papi saliera con mi papá cuando eran adolescentes, pero él no lo demostró, si mi papi era feliz él también lo seria- expliqué sentándome en la cama.

-¿Tú crees?-

-claro que lo creo-

Si, me dolió, no puedo creer que Pancho no estaba de acuerdo con que saliera con mi Tahi

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Si, me dolió, no puedo creer que Pancho no estaba de acuerdo con que saliera con mi Tahi.

-¿Papá? ¿Qué tienes?- la voz de mi bebé me hizo subir la mirada.

Así es, estaba sentado en la esquina del final del pasillo.

-nada hijo, solo... cosas, solo cosas de las que uno se entera- suspiré poniéndome de pie.

Ay suegrito, lo bueno es que lo gane.

Baje las escaleras hacia la cocina y vi como el disque novio de mi hermoso hijo estaba haciendo un intento de ¿Pastel?

-¿Qué se supone que haces?- pregunté haciendo que el desgraciado brincara del susto soltando la cuchara.

-na nada sue...- se quedó un momento callado y suspiro con pesar- nada señor Córcega- dijo dándose la vuelta y siguiendo con lo suyo.

Se me hizo extraño ya que el siempre trata de llamarme suegro, pero tal parece esta vez simplemente ya no quiso.

-¿Qué te pasa?- pregunté de igual forma serio.

-nada señor, solo son cosas sin importancia- dijo metiendo la mezcla en el horno.

Se quedó recargado en la isla de la cocina dándome la espalda.

Algo en mi mente me hizo sentir algo de culpa, se que el no tiene la culpa de hecho yo soy el que está mal por tratarlo de esa forma, pero el Simple hecho de que alguien quiera tener la atención y el amor de mi único hijo me hace sentir... impotente, solo, deprimido, y sé que está mal, está muy mal que sienta aquello cuando se trata de la felicidad de Daniel pero simplemente es algo que no puedo evitar.

-señor por favor ya no diga nada- la voz de Eduardo me trajo a la realidad y alze la mirada.

Frente a mi ese chico, el que era la felicidad de mi bebé, estaba de pie con los ojos acuosos y los las manos hechas puños.

Maldita sea, pensé en voz alta.

-ya sé que es normal porque usted es parte de Daniel, y sé que nadie lo amará más que usted y el señor Cuauhtémoc que en paz descanse, pero deme la oportunidad de demostrarle que puedo cuidar y amar a su hijo, nadie en este mundo será digno de el amor de Dani y es por eso que solo le pido una oportunidad- hablo con los ojos cerrados tratando de evitar las lágrimas.

Nos quedamos en silencio, un silencio muy incómodo y tenso, ni quería que esto ocurriera, no pensé que mis tratos llegarán a hacer a este chico tan mal...pero no puedo.

-yo...- fue lo único que salió de mis labios y sin decir nada más y con un nudo en la garganta me di la vuelta y salí de la cocina.

Camine por el pasillo a paso veloz hasta llegar a una parte del jardín donde había una vieja fuente de piedra, me senté en la orilla concentrando mi atención en el sonido del agua y evitando ponerle atención al sonido de la ciudad.

Se quedó mirando el agua sintiendo como una lágrima resbalaba por su mejilla.

-ay Temo de mi vida, si estuvieras aquí me ayudarías con esto- dijo con dolor sosteniendo en su mano esa pluma blanca y suave que tenía tanto significado.

Papi //ARISTEMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora