Fitzwilliam Darcy estaba atrapado en ese limbo entre el mundo los sueños y el real en el que nos encontramos antes de despertar hasta que sintió una suave caricia en la mejilla y, aún medio dormido, sonrió. Con los ojos todavía cerrados se estiró para abrazarla y la atrajo un poco más hacia sí y se regodeó en su calor. No había una mejor manera de despertar."Buenos días princesa", le dijo mirando por fin esos enormes ojos azules que lo observaban por debajo de unas larguísimas pestañas.
Entonces ella le dedicó una de esas sonrisas que le alegraban la vida.
"Hola papi", le dijo su hija con esa suave vocecita que le encantaba.
"¿Qué estás haciendo aquí?", le preguntó mientras se incorporaba un poco en la cama y la sentaba sobre su pecho. La niña había tomado la costumbre de ir a la cama de su padre cuando se despertaba y aunque le decían que no era correcto Darcy no pensaba corregirla por el momento, le encantaba despertar con su hijita al lado.
"Quiero estar contigo hasta que te vayas", respondió la niña al tiempo que jugaba con el cabello desordenado de su padre. Le encantaba peinarlo y lo hacía muy seguido, casi como si él fuera una de sus muñecas.
"¿Seguro no te molesta que me vaya Georgie? Si quieres que me quede tienes que decírmelo." No le gustaba dejarla, no lo había hecho en los cuatro años de vida de su hija, al menos no por tanto tiempo.
"Sí papi." Le encantaba la manera en que decía papi. "La abuela estará conmigo y la señora Asly y la señora Reynol y tú tienes que visitar al señor Billy."
En realidad había querido decir señora Annesley, señora Reynolds y señor Bingley pero Georgiana tenía dificultades con los nombres y las palabras difíciles.
"Está bien, pero si pasa algo o me extrañas mucho y quieres que vuelva se lo dirás a tu abuela ¿verdad?"
"Sí papi pero no te voy a extrañar. Tengo muchas cosas que hacer", dijo Georgie con decisión. "Voy a tomar el té con mis muñecas, jugar con Tommy y Rose y Paul... Y voy a cuidar a los perritos, James me dijo que ya abrieron los ojos y ahora los puedo tocar. Son muy chiquitos papi, me necesitan."
A medida que hablaba Georgie se excitaba cada vez más, movía sus bracitos y hacía caras para mostrarle la importancia de lo que decía. Era una niña tan alegre que William sentía que después de todo no estaba cumpliendo tan mal su papel de padre y madre.
"¿Así que no me vas a extrañar? ¿Le parece bien eso señorita?", le preguntó haciéndose el enojado. "Ahora vas a ver...", le dijo y para delicia de la niña comenzó a hacerle cosquillas hasta que la habitación se llenó de risas.
Ese mismo día por la tarde Darcy se encontraba camino a Hertfordshire para visitar a su amigo Charles Bingley y ayudarlo con la evaluación de una propiedad que éste estaba considerando adquirir. No quería ir, no le gustaba nada la idea de dejar a Georgiana pero se recordó que su hija estaba bien, estaría muy bien cuidada y tal vez fuera cierto lo que todo el mundo le decía, que él necesitaba pasar un tiempo entre adultos sin estar constantemente pendiente de su hija. Era difícil sin embargo, desde que Emma, la madre de Georgie, había muerto unas horas después del parto, estaban solos ellos dos. Los abuelos maternos ayudaban mucho, el personal de Pemberley también, sus tíos, los Matlock, y sus primos Richard y Anne siempre estaban allí cuando los necesitaba pero en realidad todo se reducía a Georgiana y él. Juntos e inseparables, como tenía que ser.
"Me alegra que te hayas decidido a venir. Te hará bien el cambio de escenario. ¿Cómo está Georgiana?", le preguntó Bingley.
"Preciosa, mi princesa creció mucho desde la última vez que la viste. Te envía esto", Darcy le entregó el dibujo que la niña le había hecho especialmente al señor Billy.

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Cuentos que no son cuentos
SonstigesObra escrita por L.W Maravilloso escrito, compuesto de siete historias inspiradas en Orgullo y Prejuicio. Absolutamente recomendable.