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Corría mi séptimo cumpleaños cuando paso una de las peores desgracias en mi familia.

Mi pequeña hermana Lorena cumplió 1 año y medio cuando paso, mi madre nos llevo a mi hermano Tomy y a mi de compras, solo le pidió una cosa a mi padre, que no tomara y que cuidara al bebe, bueno, le pidió dos cosas, dos sencillas cosas que al menos el bobo de mi padre podía hacer.

Grave error.

Cuando volvimos de las compras la casa estaba tranquila, demasiado tranquila y eso no debía ser ya que mi hermana solía llorar mucho, mi madre y yo nos asustamos y ella me pidió llevarme a Tomy afuera a jugar para distraerlo, eso hice y lo siguiente que escuche fue un grito desgarrador por parte de mi madre.

Mi padre cómo el idiota que es, se embriago con otros de sus amigos dentro de nuestra casa dejando a mi hermana sin cuidado en el segundo piso, lo que ocasiono que la bebe cayera por las escaleras rompiendo su pequeño cuello, mi borracho padre y sus amigos solo escucharon un fuerte golpe pero no les importo.

Fue mi madre quien encontró el pequeño cuerpo de mi hermana al pie de las escaleras, le salía sangre de uno de sus oídos y su cabeza daba al lado contrario, fue una escena terrible para mi madre que no hizo mas que llorar mientras llamaba a una ambulancia y cómo fue de esperar se clasifico cómo una muerte accidental...por el mismo jefe de policía...

Desde entonces una amarga emoción hacia mi padre se fue gestando en mi interior y en el de mi madre.

Cada año visitamos a mi hermanita en el cementerio, solo mi madre, mi hermano y yo, mi padre tiene prohibido mostrarse en su tumba por orden de mi abuela.

Años después mis padres tuvieron otra hija, Leonora, a quien mi madre cuido cómo un halcón.

Pero jamás se pudo superar la muerte de Lorena, entonces comprendí de lo que podía ser capaz el descuido paterno.

Podía matarnos.

Y pudo con una de cuatro.


A. F.

Trozos de una chica llamada AlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora